Duelos y quebrantos

A los hermanos Danny y Michael Philippou se los catapultó tal vez demasiado pronto a la categoría de nuevas esperanzas blancas del cine de terror con aquella Háblame que conectaba a vivos y muertos a través de la vieja tabla de Ouija sometida a una interesante actualización para tiempos digitales y juventudes algo extraviadas.

Con este su segundo largo, los mellizos australianos siguen en la senda del impacto, el trauma primigenio y la conmoción psicológica partiendo de los rescoldos de aquellas snuff movies que poblaron el cine de los noventa y que regresan ahora, en un prólogo que presenta las credenciales de su viaje a las simas del terror más extremo, para seguir recordándonos que el mal campa a sus anchas, también por las mentes de algunos que no han superado su duelo y se aferran a cualquier superchería como esperanza para la resurrección y expiación de la culpa.

Devuélvemela pone así su foco en un triple duelo cruzado, el de dos hermanos huérfanos de un padre maltratador, el de una trabajadora social (Sally Hawkins, puro histrión) que ha perdido a su hija ciega en un trágico accidente doméstico, y el de otro niño perdido cuyo comportamiento va adquiriendo una paulatina deriva siniestra, un duelo hilvanado entre las estancias de una casa en las afueras donde se suceden acontecimientos turbios y violentos fruto de uno de esos guiones que piden plena confianza al espectador.

Con un cierto zigzagueo narrativo, los Philippou parecen concentrarse en esos estallidos de locura y sadismo que trufan el desarrollo y la lógica de la historia, sin duda dotados para la imaginería extrema y malsana, en ocasiones rayana en el gore, y para incrementar el clima opresivo e irrespirable que sin duda es lo más meritorio de su película, una cinta casi de cámara donde el terror empapa poco a poco y termina supurando por las grietas del relato. Repleta de momentos e imágenes de alto impacto, aunque decepcionante en su torpe resolución y recapitulación, Devuélvemela satisfará a los amantes del género en su variante más sádica aunque no termina de confirmar esa original autoría que se les atribuye a sus creadores.