Un extraño y asombroso territorio

EL periodista polaco Jacek Hugo-Bader ofrece un interesantísimo reportaje, escrito con un ritmo ágil y atractivo, en El mal del chamán, publicado por la editorial La Caja Books, con traducción de Ernesto Rubio y Agata Orzeszek.

En este trabajo, el autor se adentra en diferentes regiones de Rusia para conocer en profundidad un fenómeno que nos fascina y nos provoca escalofrío: el chamanismo, una práctica con multitud de seguidores a lo largo del país. Por estas páginas descubrimos toda una organización en torno a las prácticas chamánicas, las cuales están plenamente integradas en la vida de los ciudadanos rusos. A todos los niveles sociales, económicos. La idea que nos llevamos al leer este libro, este soberbio ejercicio de periodismo y también de literatura, es que el chamanismo en Rusia es un hábito respetado a la hora de "sanar", similar a la religión o a la medicina –de hecho, se explica que el chamán es eso: una especie de sacerdote-médico–. Quizá también, por adaptarlo a las costumbres contemporáneas, un coach primitivo.

Nos sorprenden y nos atrapan las historias que se van sucediendo en este libro, cuya armazón se sustenta en los diversos testimonios que el periodista recopila en su viaje. Los leemos con incredulidad, estupor, desconcierto. Nos quedamos perplejos con lo que Hugo-Bader nos cuenta. Pero en esa perplejidad queremos saber más. Con un interés bárbaro. Como bárbaras son muchas de las prácticas que los chamanes realizan. Prácticas primitivas, ancestrales, que revelan un aspecto perenne de la condición humana: la necesidad de recibir una "seguridad" que nos "salve" de cualquier adversidad. Ya sea desde el método que sea: la religión, la astrología o el propio chamanismo.

Los chamanes recetan beber sangre de macho cabrío con agua, o amuletos contra el coronavirus –tal como lo llevaba Dmitri Peskov, jefe de prensa del invasor Putin–. "En la Rusia actual la ciencia no se valora mucho", apunta una de las personas entrevistadas en este reportaje. Y quizá sea una de las impresiones que nos llevamos al cerrar el libro, una de las conclusiones paradójicas: cómo una sociedad moderna asume estos ritos, ajenos a cualquier lógica moderna. Lo pensamos mientras quedamos sobrecogidos y asombrados de conocer, en esta lectura, este extraño territorio –en todos los sentidos–.