Un gran abrazo flamenco para La Negra

Juan Vergillos / Sevilla

13 de abril 2010 - 05:00

Lo más emotivo de este cálido y sentido homenaje que el dúo humorístico Los Morancos organizó para su vecina, una cantaora llamada Antonia La Negra, madre de Lole Montoya y voz cantante del grupo flamenco Los Montoya, fue cuando Alba Molina, sobrina de La Negra, salió a escena con su rotundo embarazo de ocho meses a cantar por tangos. "Verán algo cambiada a la niña" anunció César. Y, efectivamente, la niña está muy cambiada: canta con el corazón en la boca, sin importarle el resultado, bonito o feo, sino atenta más bien a la emoción que suscitó el deseo de cantar. El bisnieto que está a punto de ver la luz da el verdadero sentido de un homenaje a esta mujer que es una gran matriarca de lo jondo, la encarnación de la continuidad y fecundidad de la familia flamenca.

Lo mejor de este homenaje fue ver a La Negra en su palco del Lope de Vega rodeada de bisnietos y bisnietas.

Lo mejor de este homenaje fue la entrega, muy del estilo de La Negra, de Miguel Poveda por cuplé por bulerías y, sobre todo, en unas alegrías que resonaron como un látigo placentero.

Lo mejor de este homenaje fue el baile por soleá, rendido, sensual, solemne, lúcido, dionisiaco, de Carmen Ledesma y la gente de Utrera.

Lo mejor de este homenaje a La Negra fue el cante afinado, dulce, sentimental, recién parido, de Lole Montoya.

Lo mejor de este homenaje a La Negra fue la entrega total, casi desesperada, categórica y demencial, déspota, de La Chati de Jerez con el compás de Moraíto.

Lo mejor de este homenaje a La Negra fue la enésima constatación de que este campo artístico, acusado en ocasiones de cainita, sigue siendo el más solidario de su género. Lo mejor de este homenaje a La Negra fueron las carnales bulerías de La Negra en la voz solar de la Niña Pastori. Lo mejor de este homenaje a La Negra fue el cante de Arcángel, la guitarra de Ricardo Miño. Lo mejor ...

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