Artes escénicas

‘Highlands’, el lugar de donde venimos

  • Mal Pelo vuelve al Teatro Central con la cuarta entrega de su 'Bach Project', un espectáculo coral sobre la búsqueda de las raíces y otras preguntas de hondura

Pep Ramis y María Muñoz, dos creadores destacados de la danza actual, fotografiados ayer en el Hotel Macarena.

Pep Ramis y María Muñoz, dos creadores destacados de la danza actual, fotografiados ayer en el Hotel Macarena. / José Ángel García

María Muñoz y Pep Ramis, los fundadores de la compañía Mal Pelo, saben que, pese a la parte "muy calculada, muy matemática" que tiene la obra de Johann Sebastian Bach, su música está lejos de la frialdad: con ella han sentido a veces algo que les ardía, el fuego de la "emoción". Los coreógrafos se han inspirado en el maestro barroco para espectáculos como Bach, On Goldberg Variations / Variations o Inventions, pero el autor de los Conciertos de Brandeburgo o El clave bien temperado ha sido también, a lo largo de las décadas, una suerte de amigo que nunca les ha abandonado. "Nos ha acompañado en el estudio, en los momentos de indagación y búsqueda, nos hemos asomado a él como a un libro abierto en el que aprender, mejorar la musicalidad en el movimiento", apunta Muñoz sobre esa referencia a la que los Mal Pelo ya han acudido varias veces en su excepcional y celebrada trayectoria.

Ahora, la formación presenta en el Teatro Central (hoy y mañana, a las 21:00) Highlands, el cuarto capítulo de su Bach Project, una propuesta en la que incorporan música en directo y han apostado por un gran formato en el que conviven ocho bailarines [Ramis, Muñoz, Federica Porello, Leo Castro, Zoltan Vakulya, Miquel Fiol, Enric Fàbregas, Ona Fusté], cuatro cantantes [Quiteria Muñoz, soprano; David Sagastume, contratenor; Mario Corberán, tenor, y Giorgio Celenza, bajo] y cuatro músicos de cuerda [Joel Bardolet y Jaume Guri, violines; Masha Titova, viola, y Daniel Claret, chelo]. "Se creó durante la pandemia, por la necesidad que teníamos de estar juntos, de reunir a nuestros colaboradores. Y la obra destila una generosidad, una complicidad que tienen mucho que ver con la situación de la que partíamos. Los bailarines nos atrevemos a cantar, los músicos se atreven con el movimiento", explica Ramis.

Una imagen de ‘Highlands’, el espectáculo con el que Mal Pelo regresa al Teatro Central. Una imagen de ‘Highlands’, el espectáculo con el que Mal Pelo regresa al Teatro Central.

Una imagen de ‘Highlands’, el espectáculo con el que Mal Pelo regresa al Teatro Central. / Tristán Pérez-Martín

La obra debe su título a unos versos del poeta escocés Robert Burns: 'My heart's in the Highlands, my heart is not here' [Mi corazón está en las Highlands, mi corazón no está aquí]. El espectáculo, que sus artífices definen como "sacro, solemne, vitalista, mundano, a veces surrealista", reflexiona sobre los refugios espirituales, esos enclaves llenos de energía donde recordamos que poseemos un alma. "Hablamos de ese espacio salvaje, primigenio, casi inhabitable, duro pero a la vez de una belleza extrema. Ese lugar donde reconocemos de dónde venimos y donde nos gustaría llegar, que podría estar en la selva o en el desierto, en un paisaje helado en el norte de Europa", expone Ramis. "En Highlands nos cuestionamos dónde está nuestro hogar, pero es una obra en la que abundan también los símbolos, los interrogantes", sopesa Muñoz, por su parte. "Leo [Castro], una de las intérpretes, le dice a otro: 'Tú, hombre pequeño, he venido para llevarte a casa', es la naturaleza la que habla. Así es como nos planteamos nuestros trabajos: como un juego para que se adentre el espectador", dicen desde el tándem, que percibe el Central "como una casa, no hemos venido con todos los espectáculos pero sí de manera continua. Sevilla es como un segundo hogar".

María Muñoz. María Muñoz.

María Muñoz. / José Ángel García

Si en las anteriores entregas del Bach Project recurrían a una sola pieza del compositor en cada obra, aquí no sólo se alternan diferentes partituras –la Cantata 150, la Chacona o la Fuga XIV del Arte de la Fuga–, sino que ese repertorio se cruza con música de Benjamin Britten, Arvo Pärt, Henry Purcell, György Kurtág y Georg Friedrich Haendel, "piezas que refuerzan la idea dramatúrgica o crean un contraste curioso", analiza Muñoz. "No lo hemos pretendido, pero la muerte está muy presente en el conjunto, desde una mirada muy honda, muy bella. En la última de las escenas, incluso, la invocamos con una letra que dice: Ven, dulce muerte", añade Ramis.

Pep Ramis. Pep Ramis.

Pep Ramis. / José Ángel García

En la particular liturgia de Highlands, Mal Pelo rescata textos de Erri de Luca, Nick Cave y John Berger, con el que Ramis y Muñoz mantuvieron una estrecha colaboración. "Era una persona insustituible, un hombre con una sensibilidad y una inteligencia enormes, al que le encantaba compartir. Sentía curiosidad por la vida, por la gente, daba voz a los que no la tenían. Su mirada era muy incisiva, porque al fin y al cabo hablamos de uno de los pensadores del siglo XX, y en el trato cercano te acompañaba, pero también se mostraba crítico cuando hacía falta", recuerdan conmovidos.

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