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El crimen del palodú | Crítica de teatro

El humor es reírse de uno mismo

Un momento de la desternillante comedia 'El crimen del palodú'

Un momento de la desternillante comedia 'El crimen del palodú' / Salvador Gil

Con la satisfacción de tener todo vendido (sólo quedan siete entradas) hasta el último día (20 funciones desde su estreno) la producción de Sofía Aguilar y Sala Cero ya está haciendo historia.

Basada en el bestseller de Julio Muñoz, una suerte de ensoñación de una Sevilla que se ríe de sí misma y de sus contradicciones, esta propuesta ha querido ir un poco más allá. La adaptación de Ana Graciani ha contextualizado la trama de los asesinatos del palodú introduciendo la pandemia del Covid con tanta naturalidad que parece que estuviese en la misma novela. Graciani sigue la trama de los asesinatos que perpetran la logia Serva la Bari (Sevilla en caló) que defiende a ultranza lo que ellos entienden por los valores de la sevillanía en contra de lo que proponen los modernos de la ciudad. En esta ocasión, será el palodú, el instrumento utilizado para realizar las ejecuciones.

En su propuesta, Sofía Aguilar y Sala Cero, como productores, han vuelto a contar con el mismo equipo con el que montaron El asesino de la regañá y renuevan la fórmula del éxito de la primera. Esta vez todo resulta más fluido, más divertido consiguiendo crear una maravillosa comedia que hace que el público disfrute desde el principio hasta el final. Sus cuatro actores, Manuel Monteagudo, Paqui Montoya, Moncho Sánchez-Diezma y un sobrenatural José María Peña y la voz en off de Juanjo Macías  dirigidos por Antonio Campos se sienten a sus anchas en estos personajes que son el espejo del público. La escenografía de Antonio Marín y la música de Santi Martínez completan lo que será, sin duda, el éxito de esta temporada.

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