Imprevisible comedia negra con pespuntes de drama y thriller
Cuando cae el otoño | Crítica

La ficha
**** 'Cuando cae el otoño'. Comedia negra, Francia, 2024, 102 min. Dirección: François Ozon. Guion: François Ozon, Philippe Piazzo. Música: Evgueni Galperine, Sacha Galperine. Fotografía:Jérôme Alméras. Intérpretes: Héñène Vincent, Josiane Balasko, Ludivine Sagnier, Pierre Lottin, Sophie Guillemin, Vincent Colombe.
Puede que las dos amables señoras que viven retiradas en el campo no sean lo que aparentan ser. Puede que no fuera un accidente que los champiñones fueran venenosos. Puede que la buena intención de ayudar a la reinserción de un pequeño delincuente y la de este por reconciliar a una madre y su hija no de los positivos resultados previstos. Puede que una muerte accidental no lo sea. Puede que los muertos se aparezcan. Nunca -salvo en esa variación siniestra y cínica sobre Agatha Christie que es Ocho mujeres (2002) o en el juego policíaco de época Mi crimen (2023)- ha llevado François Ozon tan juguetonamente lejos su gusto por la ambigüedad, la sorpresa, lo inquietante, la mala leche, lo imprevisible y algo que podría llamarse humor negro, aunque en realidad no lo sea en su sentido habitual.
Siempre a un paso del thriller –Amantes criminales (1999), Bajo la arena (2000), La piscina (2003)- hasta el giro hacia el drama e incluso el melodrama (por supuesto siempre en fidelidad a su universo) con, en registros diferentes, El tiempo que queda (2005), Ángel (2007), Mi refugio (2009), En la casa (2012), Joven y bonita (2013) hasta culminar esta línea en Frantz (2016) y Peter von Kant (2022), revisitaciones de películas de Lubitsch y Fassbinder. Entre unas y otras, lógico en quien tantos riesgos asume, rodó también unos cuantos petardos. Y que muchas de sus películas más interesantes no sean redondas no se le puede reprochar: nunca lo ha buscado. Pero en conjunto su obra desigual y a veces indigesta es interesante y ha presentado algunos de los mayores logros del cine francés de este siglo.
Cuando cae el otoño, síntesis entre sus comedias negras y sus melodramas, parece poner un ojo en Hitchcock y otro en Patricia Highsmith, dos autores (que tan mal se llevaron, por cierto) que planean como muchos otros sobre gran parte de su obra. La película es como una enloquecida sucesión de macguffins, la palabra inventada por Hitchcock para designar la excusa que pone en marcha la trama, que se repiten sin que nunca sirvan para abrir un relato lineal. Por el contrario, abren y cierran relatos sin que el espectador tenga claro adónde le están llevando e incluso se dé algún coscorrón con los bruscos giros.
Como inclasificable comedia negra con pespuntes de drama y de 'thriller', hay que incluirla entre las obras más interesantes de Ozon
Gran director sobre todo de actrices, logra un trabajo admirable de las excelentes y veteranas Hélène Vincent, sobre todo, centro absoluto de esta película de aire coral, y Josiane Balasko (ambas trabajaron ya con Ozon en Gracias a Dios). Hélène Vincent, tras toda una vida como grandísima actriz de teatro y de cine, además de directora escénica, justifica la película. Mientras la más joven pero igualmente grande Ludivine Sagnier crea con inteligencia un personaje digamos que poco grato. Los personajes masculinos, importantes, pero secundarios con relación a los femeninos están muy bien interpretados por Pierre Lottin, Garland Erlos y Vicent Colombe.
Se le pueden y deben reprochar los tanteos con el siempre peligroso realismo mágico, pero como inclasificable comedia negra con pespuntes de drama y de thriller hay que incluirla entre sus obras más interesantes. Para quienes nos resulta un poco cargante cuando se pone serio, una de las mejores de su larga filmografía.
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