Una velada encantadora con Juan Valderrama

Música

El cantante ofrece en las 'Noches Icónicas del Colón' un concierto íntimo en el que repasó su trayectoria con temas propios y versiones de diferentes épocas

La austeridad, el vigor, el vértigo

Una canita (de mujer) al aire

Juan Valderrama, en su concierto en el Hotel Colón.
Juan Valderrama, en su concierto en el Hotel Colón. / D. S.
Ale Medina

31 de mayo 2024 - 10:59

Uno, hijo de la periferia, se sube aliviado al autobús después de achicharrarse en la parada a muchos barrios del Hotel Colón. Cuarenta minutos después desembarca en el precioso hall y muestra la acreditación exudando síndrome del impostor, cuando una sucesión de pequeñas atenciones lo embarcan en un ascenso social instantáneo: bendecido por una pulserita del Icónica Santalucía Sevilla Fest, recibe inmediatamente un canapé de bienvenida y el generoso escancie de un cocktail cuyo hielo tintinea en el vaso al toparse con quien parecía un guiri más -gorra, chanclas, bermudas- pero resulta ser Brian Johnson, cantante de AC/DC, hospedado en el hotel de los toreros.

Luego coge sitio en el coqueto salón donde se celebra el concierto de Juan Valderrama, que comienza con media hora de retraso, pero se le olvida enseguida, porque lo ve a él bromear con el público, saludar a viejos conocidos, pedirse un whisky desde el escenario y aceptar peticiones con una elegancia natural que parece sacada de una escena de Mad Men; o de uno de esos clubes de jazz de la Gran Manzana en los que, como anoche en el Colón, las parejas de gente bien se dan arrumacos escuchando a su cantante favorito.

Pocos artistas podrían protagonizar como Juan este formato de las Noches Icónicas del Colón, uno de los preámbulos "del Icónica". Gran contraste entre los preparativos faraónicos del Parque de María Luisa y la intimidad del concierto que ofreció Juan junto a la guitarra de Rubén Díaz Levaniegos. Un recital asentado en un repertorio plagado de exquisiteces, que combinó con desparpajo temas propios y prestados, siempre bajo la alargada estela del sombrero paterno.

Flamenco, copla y boleros, pero también la época más pop de Valderrama hijo, la que nutrió su primer disco en 2002, La Memoria del Agua, del que interpretó Canción para mi padre, Envidia o su mayor éxito, Ahora te toca a ti (más conocida por el arranque de su estribillo: Quién te lo iba a decir). En esa línea añadió Alfileres, y una simpática versión de Por qué te vas de Jeanette a compás de bulería. Honores para Levaniegos, que arropó a la voz del madrileño en todas sus facetas, para brillar en el acompañamiento de la guajira, haciendo valer su condición de Premio Nacional de Córdoba con un arreglo de dulce.

Por su parte, Valderrama reivindicó una parte del flamenco injustamente arrinconada, figuras como la de Pepe Pinto, al que recordó en Mi niña Lola, a Pepe Marchena y por supuesto a su propio padre, Juanito Valderrama, del que ofreció como bis El Emigrante, himno oficioso de una España de posguerra que levantó al respetable de sus mullidos y aterciopelados sillones. También sello familiar iba a tener el otro momento álgido de la noche, el dúo que improvisó con su hermana Juana Dolores, presente entre el público, que se sumó a la versión de Aquellas pequeñas cosas con una interpretación grave y quebradiza, de gran autenticidad, que destacó en contraposición al melisma de jilguero de su hermano.

A petición del respetable Juan cantó Ojos Verdes, y hasta ofreció un adelanto de su nuevo álbum, un soneto de Rafael de León titulado Bebiéndome la dulce primavera. Todo en el transcurso de una noche sin grandes emociones pero sin decepciones, que inspiró a este cronista prematuramente asentado en los usos de la alta sociedad a despedirse con un decimonónico "gracias, una velada encantadora".

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