Trenos, marchas y variaciones

Kuss Quartett | Crítica

El Cuarteto Kuss en el Espacio Turina
El Cuarteto Kuss en el Espacio Turina / Micaela Galván

La ficha

KUSS QUARTETT

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Cuartetos de cuerda en Turina. Kuss Quartett: Jana Kuss, violín I; Oliver Wille, violín II; William Coleman, viola; Mikayel Hakhnazaryan, violonchelo.

Programa:

Wolfgang A. Mozart (1756-1791): Cuarteto de cuerda nº18 en la mayor KV 464 [1785]

Francisco Coll (1985): Cuarteto de cuerda nº1 Códices [2022; estreno en España]

Béla Bartók (1881-1945): Cuarteto de cuerda nº6 Sz.114 [1939]

Wolfgang A. Mozart: Marcha para orquesta KV 408 nº1 (KV 383e) [1782; transcripción: Annette Grooß]

Lugar: Espacio Turina. Fecha: Viernes 14 de febrero. Aforo: Un cuarto de entrada.

Después de varios años de ausencia, volvió el Cuarteto Kuss a Sevilla para mostrar un sonido de notable homogeneidad, uniforme, marcado por una administración rigurosa del vibrato, siempre muy contenido, y una tendencia a suavizar el fraseo, evitando acentos contundentes y moderando los contrastes de todo tipo, tanto dinámicos como agógicos. De todo ello surgió un Cuarteto en la mayor de Mozart (el quinto de los dedicados a Haydn) equilibrado y sereno, de apreciable claridad contrapuntística. Jana Kuss pudo mostrar en los juegos de pregunta y respuesta del primer movimiento la brillantez de su arco, aun a costa de oscurecer el segundo violín de Wille, pero el grupo destacó sobre todo en el Andante, un prodigioso movimiento con variaciones, en el que sobresalieron especialmente la viola de Coleman y el violonchelo de Hakhnazarian. El fraseo del conjunto pareció aquí algo más libre, no tan regular como en los movimientos precedentes, con gestos de una espontaneidad casi improvisatoria. Hubo magia, encantamiento durante buena parte de ese movimiento. En el Allegro non troppo del final, con tempi en general moderados, llamó la atención el tono serio, un punto severo, del tema, dominantemente lírico, pero también la transparencia del fugato final.

Luego vino el estreno español del primer cuarteto del valenciano Francisco Coll, una extraordinaria figura de los escenarios internacionales, especialmente, por su música sinfónica. Compuesta en 2022, el año de la agresión rusa contra Ucrania, la obra, que se estrenó en Basilea en 2023 y acaba de presentarse en Londres, alcanzó extraordinaria significación por los recientes acontecimientos, ya que se abre con la deconstrucción de una canción popular ucraniana, con el motivo principal fragmentado y lanzado de forma airada, violenta, por todos los instrumentos, hasta que al final el primer violín parece reconstruirlo; el segundo movimiento es un lento doliente, con los dos violines en sordina, casi un treno que provoca auténtica congoja; sigue un tercer movimiento (Quejío) convertido en grito de horror jondo, con melodías deshilachadas tocadas de forma especialmente intensa; y un final que arranca lento, luego parece crisparse para terminar en un cierto consuelo que procura el recurso a un tema extraído de música mesopotámica antigua, disuelta en un silencio denso. Impactante.

El lamento se continuó en el Bartók del 6º cuarteto, una obra marcada también por graves acontecimientos políticos y personales (el estallido de la Segunda Guerra Mundial y la muerte de la madre del compositor), con un motivo marcado Mesto (es decir, Triste) que abre cada uno de los tres primeros movimientos y se expande por el último, ocupándolo por completo. El Kuss ofreció una versión de sonido en general apacible, con aristas limadas y texturas no especialmente rugosas, aunque los acentos resultaron algo más audaces en la Burletta del tercer movimiento. El Final conectó absolutamente con la atmósfera de la obra de Coll para acabar disolviéndose en un silencio esta vez por completo desolado. De él vino a sacarnos una triunfal marcha mozartiana en do mayor y una propina con dos temas populares armenios, en los que se impuso el optimismo más desenfadado.

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