Lola Índigo, una y trino, en su liturgia para Sevilla
Conciertos
La cantante entusiasmó con su gira 'La bruja, la niña y el dragón' a las 35000 personas que acudieron al Estadio de La Cartuja
MËSTIZA: “Sabíamos que nos metíamos en un terreno delicado”
El tres es un número que ha servido de símbolo para la historia de la filosofía, de la arquitectura, del pensamiento, de las religiones. Tres son las virtudes teologales del cristianismo; tres son las fases de la emancipación intelectual para Nietzsche; tres son los consabidos estilos de la arquitectura griega; tres son las partes de un relato (presentación, nudo, desenlace); a la tercera se supone que va la vencida; y tres son los días que parece que tienen que pasar para llegar al Estadio de La Cartuja (qué desconcertante su comunicación con Sevilla). Hasta este lugar llegó la cantante Lola Índigo, quien ofició su liturgia civil, en forma de concierto, llamada 'La bruja, la niña y el dragón'. Esas tres voces que definen la voz de la artista andaluza. Una artista que ha levantado sonoras expectativas tras su excepcional concierto en Madrid, el pasado 14 de junio.
A medida que se acercaba la hora de inicio de esta celebración -las diez de la noche-, las ganas vibraban en pista y en las gradas del estadio. Una vibración que sumó decibelios en cuanto en la pantalla del escenario se anunció la cuenta atrás: cuatro minutos, tres minutos, dos minutos y, ya, uno: Lola Índigo aparece en escena, estética que evocaba a una Astarté de la modernidad (el Carambolo quedaba cerca). Casi sacerdotal la cantante, sugeriendo misticismo en la ropa y en las formas -baile, mirada, impronta-, despachando un sabido sustrato andaluz. Durante el concierto anduvo una cronología que quizá venga del eco fenicio y quizá culmine en la cosa del alhambrismo, de Lorca, de la copla popular, revestida de música urbana (si hay diferencia entre esto y aquello).
Lola Índigo nos propuso, además de sincretismo místico-andaluz, una estudiada sincronización con la pantalla de este descomunal escenario que algo tenía de dragón (en más de una ocasión desprendió columnas de fuego). De esta bestia dormida sobre la que la bruja y la niña bailaban. Como bailaron las 35000 personas que concelebraron este caluroso encuentro; como bailó RVFV, acompañando a la cantante en Trendy; como la Sara, de Las Chuches, quien nos recordó ese pantalón, estrecho y vacilón, y tarde en las piscinas, y la pandilla en las toallas, y móviles con infrarrojos, y envía la palabra pantalón al 7777.
La sensualidad de Lola Índigo no decae a la hora del concierto. Ahora, tras una breve pausa, en una versión futurista. Suena Cuatro besos. Transición para su segunda época: 'La niña'. Tonos pasteles e imágenes naíf. Algodón y corazones. Discurso contra los que señalan los defectos de los cuerpos ajenos, y emergen los aplausos. Tres minutos después se canta: "Si quieres este culo, tienes que darle duro". Más aplausos.
Fuegos artificiales, inesperada aparición de Nena Daconte, espontánea interpretación del himno de Andalucía, y una y trino, Lola Índigo, profana trinidad, culminó con ese tercer episodio del 'dragón'. Fuerza expresiva al cierre de la fiesta, al cierre de una liturgia civil que repasó siete años de una exitosa carrera que ni en tres vidas podríamos alcanzar.
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