Entre lo lúdico y lo lúcido

Teatro de la Abadía ofrece en el Teatro Central 'El arte de la comedia', una aguda y desopilante reflexión del napolitano Eduardo de Filippo sobre el poder y la farándula l 'El arte de la comedia'. 7 y 8 de mayo a las 21:00. Teatro Central.

Uno de los ensayos de la obra El arte de la comedia.
Uno de los ensayos de la obra El arte de la comedia.
Charo Ramos / Sevilla

07 de mayo 2010 - 05:00

El napolitano Eduardo de Filippo (1900-1984) es un gigante de la cultura italiana al que en España se conoce aún escasamente. Autor de textos deliciosos, como Filomena Marturano, un papel que aquí hizo suyo Concha Velasco, Eduardo perteneció a una saga de cómicos admirada por Federico Fellini y él mismo destacó en su faceta de actor de teatro, cine y televisión hasta el punto de que Orson Welles le consideraba el mejor de una constelación de grandes nombres como Gassman, Totó o Mastroianni. Teatro de la Abadía ha elegido su obra El arte de la comedia, una reflexión sobre el oficio teatral y la pugna entre el poder y la farándula, para celebrar su decimoquinto aniversario y, de paso, volver a reunir a muchos de los actores que han pisado las tablas de la compañía que dirige desde su creación José Luis Gómez y que acumula ya 35 producciones. Narrada "con el tono delirante, humano y extremadamente patético que caracterizó a su autor", según el valenciano Carles Alfaro, que dirige el montaje y asume también su escenografía e iluminación, esta obra arranca cuando Oreste Campese, el entrañable director de una compañía teatral al que interpreta Enric Benavent, acude al despacho del nuevo Gobernador De Caro en el día de su toma de posesión para pedirle ayuda, ya que su carpa teatral acaba de salir ardiendo. Al representante político, que fue actor amateur en su juventud, la entrevista le divierte al inicio pero poco a poco se le va agriando, conforme afloran los intereses contrapuestos del arte y la administración. Tras negarse a acudir al estreno de la nueva obra de Campese, éste, en revancha, le amenaza con enviarle a sus actores disfrazados de vecinos de la villa para amargarle así la vida.

Enric Benavent, que presentó ayer el montaje en Sevilla junto a Alfaro, cree que una de sus claves es "el enigma entre realidad y fingimiento" pues el público nunca sabe, como le ocurre al gobernador, si está viendo desfilar por el despacho a los cómicos representando a las fuerzas vivas del pueblo (el médico, el párroco, la maestra, el sacristán, el farmacéutico) o a los personajes reales.

Carles Alfaro asegura que el espectador encontrará en El arte de la comedia "la esencia del juego teatral, la interpretación llevada al límite desde la autenticidad y sin pasar la frontera del artificio". También es una lección, continuó, "de cómo el teatro puede trascender y ser lúdico sin dejar de ser lúcido. Lo que, en suma, fue el lema de La Abadía desde sus inicios: el placer inteligente".

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