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UNA HUMILDE PROPUESTA | Crítica de teatro

La mala digestión

Mariano LLorente y su 'Una humilde propuesta' inauguraron la oferta teatral de 21 Grados en el Cicus

Mariano LLorente y su 'Una humilde propuesta' inauguraron la oferta teatral de 21 Grados en el Cicus / David Ruiz

Una modesta propuesta para evitar que los hijos de los pobres de Irlanda sean una carga para sus padres o su país, y para hacerlos útiles al público es el título completo del ensayo que el escritor Jonathan Swift (Los viajes de Gulliver) escribió en 1729. Utilizó la sátira para espolear las conciencias de su época y denunciar las condiciones infrahumanas de los trabajadores y campesinos (los pobres) de su país.

Con humor negrísimo, Swift echa mano de comprobados datos estadísticos sobre la población y acaba elaborando la humilde proposición que da título a la versión, muy contemporánea, de Laia Ripoll. La solución de la pobreza es simple: las madres ‘criadoras’, (ya no suena tan lejano la distopía que narraba El cuento de la criada) deben amamantar a sus crías durante un año. El gasto es sólo de 15 euros por vástago. A esa edad, esos niños lechales serán vendidos para la mesa de los ricos. De esta manera dejan de ser una carga para sus familias y el país y, sobre todo, se convierten en una nueva exquisitez culinaria que las clases pudientes sabrán valorar. La sátira está servida.

Laia Ripoll ha mantenido el 80 por ciento del ensayo de Jonathan Swift pero, con mucha inteligencia, ha aportado una contemporaneidad que nos enfrenta a la realidad actual. Presenta al conferenciante, excelente trabajo de Mariano Llorente, medido, eficaz, contundente, creíble, vestido a la usanza del siglo XIX. Poco a poco, la levita se transforma en una chaqueta de nuestra época. Realiza una transición temporal en la que no huye de ninguna de las noticias fakes de las que se nutren algunos de nuestros políticos encaminadas a sembrar una atmósfera que pocas veces tiene que ver con la realidad de los ciudadanos y sí mucho con una labor continuada que busca un estado de crispación.

La puesta en escena incluye una invitación de copa de vino y la degustación de un exquisito manjar. Lo que se presenta como una velada basada en la exageración, con la sabia mirada de Laia Ripoll y la complicidad de Mariano Llorente, se acaba convirtiendo en una indigestión provocada por los mensajes simplistas que arreglan el mundo proponiendo soluciones fáciles que acaban agravando más la situación.

La importancia y acierto de la obra de Micomicón reside en haber recuperado un texto satírico de hace casi 300 años y haber sabido actualizarlo para prevenirnos de que hasta las más estúpidas ideas (comernos a los niños pobres y elaborar sabrosas recetas culinarias), una vez cambiados los argumentos, vuelven a ser ofertadas (y sin ninguna humildad) por algunos de nuestros políticos en estos momentos.

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