Fino teatro para Manuel García
QUIEN PORFÍA MUCHO ALCANZA | CRÍTICA
La ficha
***Ópera de Manuel García. Intérpretes. Carolina Moncada, Ruth Terán, Pancho Corujo y Gerardo Bullón. Dirección de escena: Emiliano Suárez. Iluminación: Adolfo Carmona. Cuarteto Palatín (Rafael Muñoz-Torrero, Miguel Romero, Aglaya González e Israel Fausto Martínez). Piano y dirección musical: Rubén Sánchez-Vieco. Coproducción de Ópera Garage y Festival de Ópera de Sevilla. Lugar: Palacio de las Dueñas. Fecha: Domingo, 28 de septiembre. Aforo: Lleno.
Esta opereta española fue el primer éxito como compositor de Manuel García en Madrid en 1804. Es aún un creador que está familiarizándose con el repertorio y estilo italiano, que combina a la perfección con los aires y giros españoles de la escuela procedente de la tonadilla de la que el propio García venía de sus años en Cádiz. De ahí la gracia de esta pieza, que igual presenta tercetos y cuartetos al estilo napolitano (tan marca de la casa de ahí en adelante), con sus coloraturas y cadencias, que boleras y seguidillas de la mejor escuela goyesca. El argumento es simple y Emiliano Suárez ha sabido sacarle partido ubicándolo en un contexto de cabaret con aires de Comedia del Arte, de manera que las limitaciones de una galería baja del patio principal del Palacio de las Dueñas sirviera de espacio escénico sin apenas movimiento de actores, ataviados a la usanza circense. No era necesario que los cantantes se moviesen demasiado, porque la adaptación de los textos hablados, la iluminación (algo brusca en los cambios) y la muy teatral actuación y recitación de los personajes suplían la falta de escenario.
También se adaptó la partitura orquestal original por un cuarteto de cuerdas con el apoyo del piano, que se encargaba de reforzar el bajo y de suplir las trompas. Y funcionó sin problemas y sin necesidad de amplificación, siempre un riesgo cuando se trata de un espectáculo al aire libre en un entorno tan húmedo como el de estos días.
Magníficas las dos sopranos, tanto como actrices como cantantes. Hay que alabarles que se les entendiera perfectamente el texto en los momentos cantados gracias a su esfuerzo por articular con precisión. Moncada, con su timbre sedoso, de tonalidades oscuras pero de emisión clara, fue el perfecto complemento de una Ruth Terán de timbre brillante, agudos squillanti y fraseo (al igual que Moncada) cuidado al máximo, tanto en las piezas más a la española como en los momentos más virtuosísticos a la italiana, con sobrado dominio de la coloratura. Corujo comenzó con una voz estrangulada y con timbre sumamente nasal, algo que fue parcialmente corrigiendo a lo largo de la ópera. Eso sí, sobresaliente como actor, al igual que un Gerardo Bullón al que hubiéramos querido escuchar cantar más, con esa voz de cálido color, su riqueza de armónicos y su claridad en la emisión. Fue un Manuel García y maestro de ceremonias intachable.
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