“Buscábamos ese punto en el que lo bonito empieza a romperse”

MATSU

El dúo granadino Matsu publica ‘Umbral’, un disco sin ritmos ni artificios; su obra más contemplativa y arriesgada, un puente entre la música neoclásica, el ambient y la experimentación electrónica

El sonido del sur en las salas oscuras

Matsu
Matsu / Luis Spinola

Desde Granada, siempre tierra fértil para la experimentación sonora, Miguel Membrilla (Granada, 1982) y Kiko Pérez (Jaén, 1983) llevan tiempo explorando sus fronteras más silenciosas y buscando belleza en los márgenes del sonido. Juntos forman Matsu, un dúo que se mueve entre la electrónica emocional y de cámara, con una sensibilidad casi artesanal. Tras Nosotros (2020) y Oscilación (2023), publican ahora Umbral, su disco más desnudo y arriesgado, sin ritmo ni artificio, que se asoma al punto exacto en que la armonía se agrieta. Con Membrilla hablamos sobre ese equilibrio frágil que da sentido a su música.

Pregunta.-Vamos a proporcionarle contexto a los lectores de un periódico generalista, que no les conoce ni está familiarizado con el tipo de música que hacen. ¿Cuál fue la chispa inicial, ya fuese musical, personal, coyuntural, que les empujó a unir fuerzas a Kiko y a usted?

Respuesta.-Pues realmente yo venía de otros proyectos musicales en Granada, que es una ciudad donde siempre hay mucho movimiento. Kiko, por su parte, venía de Jaén. En aquel momento yo hacía cosas en otra línea estilística y, cuando nos conocimos, empezamos a hablar de otro tipo de música que nos interesaba a los dos. De ahí surgió la idea de probar algo nuevo, con influencias de la música electrónica, pero también de la neoclásica y el ambient. Nos unió el gusto por ese territorio intermedio.

P.-En esos años anteriores a grabar sus discos, ¿cómo fueron encontrando el sonido propio? ¿Hubo fases de tanteo o copia hasta que sintieron que algo empezaba a ser genuino?

R.-Totalmente. Al principio fue ensayo y error, porque cuando empezamos a hacer electrónica no teníamos ni idea de cómo producirla. Teníamos referencias y gustos, pero poca técnica. Yo venía más de tocar guitarra, y apenas empezaba a usar sintetizadores. Hicimos varios temas que nunca salieron porque no nos convencían. Pero un día dijimos: esto empieza a sonar bien. Enviamos algunas canciones a varios sellos y tres de los cuatro a los que escribimos nos respondieron. Ahí sentimos que habíamos encontrado una línea que funcionaba.

P.-A medida que han ido sacando discos, ¿ha cambiado su dinámica de trabajo o su relación personal dentro del proyecto?

R.-No demasiado. Lo que más ha cambiado son los horarios. Los dos tenemos trabajos y niños, así que nuestra vida es bastante compleja. La música siempre ha sido un hobby que, por momentos, se ha ido profesionalizando, pero sigue siendo algo que hacemos por placer. Solemos trabajar por separado; uno empieza una idea, se la manda al otro, comentamos por teléfono o incluso en el parque con los niños. Nos complementamos mucho y tenemos una sintonía muy buena, así que no solemos tener tensiones.

P.-Es curioso eso que me dice de que prácticamente trabajan por separado, porque habitualmente los proyectos ambient y neoclásicos españoles tienen un carácter casi solitario o individual. ¿Les condiciona de algún modo no tratar juntos tan de cerca la concepción de atmósferas, silencios, texturas…?

R.-Yo creo que no, porque tenemos una forma de entender la música muy parecida, muy emocional, muy melódica. Si yo me atasco con un tema y se lo paso a Kiko, él hace algo y rara vez ocurre que no me guste. Tenemos un entendimiento innato, conectamos rápido y eso se nota en las canciones.

Matsu
Matsu / Luis Spinola

P.-¿Cómo describiría la escena de música electrónica y ambient en Granada? ¿Se sienten arropados por ella o Matsu es, en cierta medida, una isla dentro de su propio entorno?

R.-Granada siempre ha sido muy de pop-rock, aunque últimamente la electrónica se ha convertido en el nuevo pop. Hay muchos grupos que la incorporan de algún modo, pero nosotros nunca hemos estado muy metidos en una escena concreta. No salimos mucho ni estamos siempre presentes. Tenemos una vida y, dentro de ella, un proyecto musical al que dedicamos el tiempo que podemos, sin prisa. No tenemos estrés por aparecer o estar, vamos a nuestro ritmo.

P.-Y residiendo en Granada han optado por editar sus discos con WeAreWolves Records, que es de Sevilla. ¿Cómo surgió esa asociación? ¿La idea de hacerlo partió de ustedes o del sello?

R.-Teníamos ya algunas canciones grabadas y un amigo me habló de ellos. Me puso en contacto con Jose —Perepi—, que además es quien dentro del sello más afinidad tiene con la electrónica. Le mandé el material y enseguida se interesó. Me gustó que hubiera esa conexión andaluza, esa cercanía. Al final decidimos probar con ellos y la experiencia ha sido muy buena.

P.-Esa idea de conexión andaluza que menciona, ¿la siente como una reivindicación regional o simplemente una circunstancia pragmática?

R.-Yo creo que hay una parte de reivindicación, sí. Desde fuera parece que en Andalucía solo se hace música de raíces o indie, cuando en realidad hay una cantidad impresionante de proyectos de ambient o electrónica: David Cordero, Pepo Galán, Miguel Otero, Raúl Burrueco... gente que fuera de España es muy reconocida, pero aquí parece invisible. Es bonito reivindicar que desde el sur también se puede hacer esa música, y hacerla igual de bien que en Alemania o Islandia.

P.-Hablando de la aceptación en el extranjero, en la nota de prensa de Umbral dice que el disco no desentonaría en sellos de prestigio como Erased Tapes o Gondwana Records. ¿Es un objetivo consciente para ustedes llegar a ese nivel de reconocimiento internacional o simplemente sería una consecuencia natural de hacer la música que les nace?

R.-A mí hay sellos que me encantan, que son referencias absolutas de cómo hacer las cosas, del tipo concreto de música, de los artistas que hay en ellos, y para nosotros sería un sueño acabar publicando en un sello así; pero tampoco es un objetivo. Lo importante de esos sellos es la visibilidad que te dan; porque hacemos un trabajo que pensamos que es bueno, que le puede gustar a mucha gente, pero no lo escucha porque no tenemos la capacidad de llegar a ellos, y así es imposible que les guste. Esos sellos tienen un público que sabe que cualquier cosa que editen, al menos les va a interesar y van a escucharlo.

En Andalucía hay una cantidad impresionante de proyectos de ambient o electrónica con gente que fuera de España es muy reconocida, pero aquí parece invisible"

P.-Indagando sobre Umbral he sacado la conclusión de que la idea central de este disco es el equilibrio inestable; el disco se articula como la banda sonora del momento en que lo estable comienza a resquebrajarse. Explíqueme cómo esa tensión, esa fractura latente, ha moldeado cada una de sus piezas.

R.-Es que desde siempre somos un poco frikis. En cada disco hemos jugado con su concepto, con el nombre de las canciones. El primero se llamaba Nosotros por la distópica novela rusa de Zamiatin de hace 100 años; en el segundo, Oscilación, jugábamos con los conceptos de movimiento y este tercero es muy diferente porque, además, no teníamos pensado hacer un disco como Umbral; muchas veces bromeo con que es nuestro no disco. Estábamos trabajando en un disco que seguía la línea electrónica de los anteriores, que era una evolución de ellos; sacamos algunos temas a piano, tonteamos con una versión de Sakamoto, cosas casi anecdóticas, con la idea de irlas sacando en plataformas digitales, sin más. Pero al final nos vinimos arriba y todo comenzó a fluir muy rápido y a salir canciones que no tenían mucho que ver con las demás, de una diferente sensibilidad, porque empezaban con pianos o con cuerdas y después admitían elementos que rompían el sonido y las hacían acabar en otro sitio; siempre había una tensión entre lo bonito y lo que se rompe. Nuestro punto de partida fue el concepto del umbral en el que se rompe un equilibrio. Este fue el tema central a lo largo de la creación del disco e incluso dio pie a debates sobre cómo abordarlo. La disyuntiva consistía en elegir entre hacer un disco que progresara de un sonido amable a uno más rupturista, o bien crear una tensión constante donde las canciones, una tras otra, oscilaran entre lo accesible y lo disruptivo. Buscábamos ese momento en el que una canción parece desviarse de su curso, como yéndose de donde se suponía que debía estar, para luego regresar a una especie de equilibrio. De ahí surge esa sensación de equilibrio inestable a la que nos referimos.

P.-En los discos anteriores ustedes usaban ritmos reconocibles más o menos insertados, pero han dado un paso arriesgado al despojarse de todo ritmo obvio. ¿Fue esto una decisión consciente desde el inicio del proyecto o un giro que se fue imponiendo durante la composición?

R.-Fue sobre la marcha. Decidimos dejar fuera todo elemento rítmico, usar solo pianos, cuerdas y sintetizadores. Al principio daba vértigo, pero curiosamente nos sentimos muy cómodos y el disco fluyó de forma natural. Ha sido el que más rápido ha salido. Es cierto que a veces pienso que hemos sido demasiado ambiciosos al crear algo mucho menos accesible. Al escucharlo, te das cuenta de que no tiene ritmos reconocibles, que al fin y al cabo es lo que suele atraer al público cuando escucha una canción en la radio o en un ambiente casual, ese gancho inmediato. En cambio, este es un disco mucho más meditativo y contemplativo, y eso lo convierte en una propuesta completamente diferente.

Matsu
Matsu / Luis Spinola

P.-Al trabajar con armonías como eje, más allá del ritmo, ¿qué desafíos técnicos o de planteamiento surgieron a la hora de evitar monotonías, mantener tensión, espacios de silencio…? ¿Los fueron resolviendo bien?

R.-Pues mejor de lo que yo esperaba. Normalmente, la rítmica actúa como un sostén sobre el que se apoya la canción; los elementos rítmicos van entrando y saliendo, lo que ayuda a desarrollarla y a redondearla. Al prescindir de ella, de repente te encuentras con un vacío, como preguntándote: y ahora, ¿dónde me sostengo? Así que la canción tiene que sostenerse por sí misma; depende de que la armonía sea sólida y de que cada elemento que entre aporte algo significativo. Este enfoque requiere mucho más trabajo y, como he comentado, no siempre nos hemos sentido cómodos. Sin embargo, lo curioso es que, aunque en un principio pensé que sería un proceso abrumador y complicado, sucedió todo lo contrario, fue mucho más fácil. De hecho, creo que es el disco que ha surgido con mayor rapidez y fluidez. Todo se hizo de manera natural, casi sin esfuerzo; todo salió de forma mucho más innata.

P.-El orden de los ocho temas de Umbral describe un viaje por etapas conectadas. Hablemos del diseño de ese orden, ¿qué función emocional y compositiva cumple?

R.-Eso tiene su historia. Enviamos las canciones a Héctor Ayuso, quien durante muchos años ha sido co-creador y director de Offf. Él nos propuso hacer una especie de film con los temas como capítulos. Aunque el proyecto se quedó a medias, ese intercambio nos ayudó a definir el orden del disco, para que contara una historia coherente. Hubo cambios hasta el último momento. Al final, aquella iniciativa se quedó a medias y creo que probablemente no llegue a terminarse; no lo sabemos con seguridad. Sin embargo, ese proceso ya había comenzado y él nos compartió un feedback a través de imágenes, explicándonos lo que pretendía narrar. Esa visión, a su vez, nos llevó a replantearnos el orden de las canciones para poder contar esa historia de manera coherente y realizamos cambios prácticamente hasta el último momento, incluso dudando entre cuál debería ser la primera y la última canción, con el objetivo de que todo encajase. Por eso, esa idea inicial influyó significativamente en el orden final que le dimos al disco.

P.-¿Hay alguna pieza con la que sintieron desde el inicio que sería la cima o el núcleo del disco?

R.-Creo que Fuga, que además fue uno de los adelantos. Representa bien el equilibrio del disco, ese punto intermedio entre lo clásico y lo experimental. Por un lado, está construida sobre bases armónicas sólidas, con el piano como protagonista, y cuenta con melodías definidas. Por otro, incorpora ciertos sonidos más interesantes y abstractos que son característicos del resto del proyecto. Resume bastante bien lo que queríamos expresar.

'Umbral' nació casi por accidente y acabó siendo nuestro disco más natural"

P.-Ha mencionado antes a Ryūichi Sakamoto. ¿Qué otras referencias externas les sirvieron de faro estilístico, o qué influencias menos evidentes puede el oyente reconocer escuchando el disco con atención?

R.-La verdad es que nos sentimos especialmente identificados con la nueva música contemporánea en general. Además, dentro del ámbito neoclásico actual, también hay una serie de nombres que consideramos fundamentales. Gente como Lubomyr Melnyk, Nils Frahm, Ólafur Arlands o Hania Rani son referencias inevitables. Nos fascina esa manera de mezclar lo clásico con la electrónica modular, con la vanguardia. Técnicamente nos sacan años luz, pero esa intención, ese espíritu, sí que nos inspira mucho.

P.-¿Cómo se traslada la intensidad contenida y la atmósfera de Umbral a un directo? ¿Es una reinterpretación o una inmersión aún más profunda en las emociones del disco?

R.-Estamos justo pensando en eso. Tocar Umbral tal cual es difícil, porque tiene mucho piano y nosotros no llevamos piano al escenario. Queremos reconfigurar el set para darle más protagonismo a la parte experimental y a los sintetizadores, menos al piano. No será una reproducción exacta del disco, sino una reinterpretación más atmosférica.

P.-¿Tienen ya conciertos previstos?

R.-De momento no. Vamos despacio, sin presiones. Queremos preparar bien el set y, cuando esté listo, tocar en lugares donde realmente tenga sentido, con buenas condiciones y un público receptivo. Tocamos poco, pero cuando lo hacemos preferimos que sea especial.

P.-Estuve en su concierto de Sevilla hace tres años, en diciembre del 22; desde entonces creo que no han vuelto por aquí.

R.-Eso fue cuando actuamos en la Sala X, y también participamos en el festival Offf de la ciudad. en un tiempo breve, calculo que en unos dos meses aproximadamente, y desde entonces no hemos vuelto. Como he mencionado antes, no nos prodigamos mucho en los directos. Esto se debe, en gran medida, a nuestra forma de vida, que condiciona enormemente el desarrollo del proyecto. Nuestros tiempos los marcan principalmente las responsabilidades personales, familiares y laborales, lo que determina cuándo podemos tocar y cuándo no.

P.-En esas condiciones, hablar del futuro inmediato es imposible, claro. Pero ya con Umbral lanzado, ¿qué puertas les gustaría que abriera?

R.-Bueno, Umbral acaba de salir, pero ya estamos trabajando en el siguiente disco. Tenemos canciones a medio hacer desde hace tiempo. Nos gustaría seguir presentando el proyecto en directo con el componente audiovisual de Josué Ibáñez, director de Offf México, con quien ya hemos colaborado. Y claro, si pudiéramos llevarlo a escenarios como el LEV o el Sónar sería un sueño, aunque desde el sur siempre cuesta un poco más que te llamen. Pero bueno, si surge, genial.

stats