"Todos los estados modernos tienen un origen terrorista"

CRISTINA MORALES. ESCRITORA

La autora presenta mañana en la librería Caótica su novela 'Terroristas modernos' (Candaya), un implacable juicio a los orígenes del liberalismo

La escritora Cristina Morales (Granada, 1985).
La escritora Cristina Morales (Granada, 1985). / Candaya
Pablo Bujalance

21 de junio 2017 - 02:34

Era una extraña mescolanza de resistentes a la invasión napoleónica, militares degradados, líderes de guerrillas improbables, sastras, mendigos y poetas prerrománticos los que se aliaron en 1816 para derrocar a Fernando VII e instaurar en España un Estado liberal. El plan pasaba por secuestrar al rey en un prostíbulo del que era cliente habitual y rescatar la Constitución de 1812, pero los cabecillas sufrieron la delación y el consiguiente ajusticiamiento. El suceso vino a llamarse la Conspiración del Triángulo, episodio escasamente referido en la Historia de España pero que ha servido a Cristina Morales (Granada, 1985) para alumbrar una de las novelas más estimulantes y valientes de los últimos lustros, Terroristas modernos (Candaya), que presentará mañana en la librería Caótica a las 20:00 junto al escritor y periodista Alejandro Luque.

La escritura de Terroristas modernos se prolongó a lo largo de diez años en los que Morales emprendió en paralelo una ardua y esmerada investigación: "Escuché la historia de la conspiración contada como una anécdota en boca de unos militares. Busqué información y resulta que lo único que hay publicado es una tesis de los años 70, de María del Pilar Ramos Rodríguez, una reconstrucción de los hechos. Así que comprendí que debía emplearme a fondo. A menudo, a medida que iba haciendo determinados hallazgos sentía la necesidad de verlos relatados desde la ficción; y así fui escribiendo el libro". La granadina, autora también de las novelas Los combatientes (2012) y Malas palabras (2015), además de numerosos relatos, teje un desfile de personajes diversos y arrebatadoramente humanos extraídos directamente del suceso: "Sí, casi todos los personajes de la novela son reales. Aparecen así en las actas de los interrogatorios y los careos. Incluso los que son enteramente de ficción tienen matices tomados de fuentes verídicas", cuenta.

En Terroristas modernos, Cristina Morales asume el reto de viajar a los orígenes del propio término terrorismo, cuando aún no se vinculaba a anarquistas, yihadistas ni etarras sino a garantes del Estado liberal como Robespierre. Y lo explica así: "Al principio, mi intención era poner en tela de juicio el liberalismo y el Estado moderno. Por eso esta historia me resultaba apasionante. Pero para hablar de la Edad Moderna tienes que hacerlo también, necesariamente, del terror. El primer gran benefactor del terror fue el Estado liberal francés, y la Conspiración del Triángulo fue un intento de adopción del modelo". En este sentido, ahora que la palabra terrorismo está en boca de todo el mundo a todas horas, la escritora considera oportuno "volver a los orígenes del término, a su acepción más fiel". "El terrorismo asume los objetivos estratégicos del Estado. ¿Podemos entonces considerar entonces como terrorista a un tipo que destroza un cajero? Eso no parece muy serio", dice. En consonancia, a Morales no le parece excesiva la idea de que todos los estados modernos comparten un origen terrorista: "No es excesivo en absoluto. Es que es así. El Estado acude al terror para ejercer un control político e ideológico sobre la población. Lo que sucede es que el terror puede aplicarse y manifestarse de diversas maneras, algunas más abiertas, otras más sutiles. Abiertas como cuando la Policía desaloja virulentamente una casa okupa porque desafía la lógica del mercado inmobiliario. Sutiles como cuando voy por Barcelona con una lata de cerveza en la mano escondiéndome por miedo a la multa, mientras los turistas anegan La Rambla en las terrazas".

La preocupación en torno a los límites morales de la acción violenta en una conspiración que antaño preocupara a Dostoievski (según dejó escrito en Los demonios) no entra en el juego narrativo armado en Terroristas modernos "porque los protagonistas no profesan el credo antisistema; al contrario, representan el poder establecido. Quieren construir un Estado liberal como lo habían hecho diez años antes los franceses. Esta gente es la que luego firmará La Pepa. Su convicción es absoluta". En cuanto a la cuestión propiamente literaria, la novela presenta una estructura polifónica sostenida en una amalgama de voces resuelta en un caos aparente de muy diversos registros, a la manera de José Saramago o Samuel Beckett, con quien comparte Morales el empeño en "poner en cuestión la claridad comunicativa". Aunque la crítica se ha apresurado a poner a Valle-Inclán sobre la mesa, la escritora asegura sentirse halagada, "pero no ha sido una influencia determinante"

Cabe otra tentación: la de colgar a Terroristas modernos la etiqueta de novela histórica. Y su creadora toma su posición: "Si hablamos de novela histórica como género bien delimitado editorialmente hablando, diría que la mía no lo es. Pero ¿son una novela histórica los Episodios Nacionales de Galdós? ¿O lo que escriben autores como Isaac Rosa y Javier Cercas? Creo que, más bien, su obra viene a cuestionar el género de la novela histórica más que a refrendarlo. Y con esto sí que me identifico".

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