LOTERÍA
Comprueba si tu décimo tiene premio

Los mudos pasos de la muerte

Muere Antonio Rivero Taravillo

Antonio Rivero Taravillo (Melilla, 1963 - Sevilla, 2025).
César Romero

19 de septiembre 2025 - 20:16

Al cumplir 61 años, estando ya enfermo, le dije que no fuera tan cernudiano como para quedarse en esa edad, pues con ella murió Luis Cernuda, de quien ha escrito su mejor biografía. Con ironía contestó que haría todo lo posible para que así no fuera. Y este mayo llegó a los 62. Pero la maldita enfermedad ahí lo ha parado.

Cuando hace un par de años le diagnosticaron un cáncer, lejos de vivirlo en su intimidad, Rivero Taravillo lo hizo público. En redes colgaba fotos de sus esperas antes de entrar en la consulta o el hospital de día, informaba sobre su situación, daba cuenta de su estado. Al principio me chocó esta actitud, que los mudos pasos de la muerte, como dice un verso de Carlos Pujol, otro poeta traductor, inspirado en Quevedo, no fueran mudos sino paso a paso contados. Aunque luego comprendí. Si el matrimonio, según la vieja boutade de Oscar Wilde, es una institución tan pesada que mejor sobrellevarla entre tres, estas enfermedades graves, tantas veces mortales, quizá sólo puedan sobrellevarse si se comparten con alguien más que los íntimos. El dolor es personal, incompartible, pero la dolencia es una pesada carga, y sentir la proximidad, el cariño, el apoyo de quienes conocen tu mal y te dan abrazos, físicos y virtuales, quizá la alivie, la aligere esporádicamente. En estos dos años habrá recibido tantas muestras de afecto, verdaderas, que ha debido de irse, cuando menos en esto, reconfortado.

Antonio Rivero Taravillo ha ensanchado la vida cultural de Sevilla de una manera prodigiosa.

Antonio Rivero Taravillo ha ensanchado la vida cultural de Sevilla de una manera prodigiosa. Dejando su impronta como primer director de la Casa del Libro. Dirigiendo la editorial Paréntesis, donde unos pocos tuvimos la suerte de encontrar a nuestro primer, y casi único, editor. Impulsando revistas culturales, talleres literarios, jornadas conmemorativas, etc. Y, sobre todo, escribiendo. Traduciendo a los mejores poetas británicos, de Shakespeare a Yeats. Biografiando a Cernuda, Cirlot, Cunqueiro, de manera directa, y de manera indirecta, en sus novelas, a Octavio Paz, Yeats, José Antonio. Y, por encima de esto, o por debajo, siempre haciendo poesía. Escribiendo poesía. El tronco literario de Rivero Taravillo, diversificado en tantas y fructíferas ramas, era la poesía. De ella parte toda su obra. A ella volvía siempre. Se ha acabado pareciendo, por un cierto cosmopolitismo, raro en Sevilla, por sus múltiples intereses literarios, por sus saberes, tan excesivos que a veces lastran un poco sus narraciones, aun por sus fechas de fallecimiento, en dos sucesivos días del septiembre que despide el verano, a Aquilino Duque. Como él, pertenece a la estirpe de grandes poetas sevillanos, la que Fernando Ortiz, también integrado en ella, llamó “estirpe de Bécquer”. Y como a Aquilino Duque, ese poeta que esta ciudad parece celebrar sólo por un poema de juventud dedicado al Cachorro, cuando la dimensión de su obra es inmensa, y otros contados poetas debemos recordar a Antonio Rivero Taravillo. Como uno de los grandes en esta tierra de tan grandes poetas.

No hay comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Lo último