Cultura

Una narración del siglo XXI

  • Hoy se estrena el documental de la croata Lucija Stojevic sobre La Chana, célebre bailaora barcelonesa de los años 70 y 80

La Chana, en una imagen del documental, seleccionado para los Premios del Cine Europeo.

La Chana, en una imagen del documental, seleccionado para los Premios del Cine Europeo. / Samuel Navarrete / Noon films

La Chana -Antonia Santiago Amador, nacida en Barcelona en 1946- vino ayer a Sevilla a hacernos un poco de compás para presentar la película que sobre su figura ha filmado la directora croata Lucija Stojevic. La parte más interesante del filme es la que se centra en la trayectoria artística de la intérprete desde sus inicios en las fiestas familiares pasando por el impacto que produjo su primera intervención en el programa de TVE Esta noche, fiesta. Era 1977 y a raíz de este éxito La Chana pudo recorrer España y el mundo con su propia compañía, con su propio espectáculo, después de una década de tablaos y salas de fiesta. El documental se detiene poco en esta primera etapa de la vida artística de La Chana. La bailaora nos contó no obstante sus experiencias con Manolo Caracol en el tablao Los Canasteros -"se ponía de pie cuando yo bailaba para imponer respeto y que nadie hablara o se moviera durante mi actuación"- o sus dúos con Juan Ramírez en la inauguración de la Sala Xairo de Madrid. Ramírez, Canales o Rocío Molina se reconocen discípulos de La Chana, de ese zapateado feroz, frenético, único. Un Canales lanzado aparece en la película para, en sus propias palabras, "rendirle pleitesía" a la catalana. También vemos a la bailaora ponerle unos pasos a Karime Amaya, otra de las estrellas del flamenco actual que reconoce su deuda con ella.

No obstante, como digo, a Stojevic no le interesa el mundo de lo jondo de los años 60 a 80, la etapa de esplendor de La Chana, sino que se queda con la versión más ligera, y quién sabe si exportable, del flamenco: racial, temperamental, percusiva, marginal. La segunda parte del filme se centra en algunos episodios familiares de la artista en tanto que el tramo final de la obra nos presenta los preparativos y la actuación que llevó a cabo La Chana en el Teatro Nacional de Cataluña en 2016. De hecho, la bailaora representa la cumbre de un flamenco efectista y visceral, muy físico en cierto modo, que se sitúa al margen de las estéticas flamencas de su época. Más que una estrella de los festivales, La Chana lo fue de la televisión y el cine. Lo más interesante del documental son las imágenes de archivo, algunas francamente deterioradas, en las que vemos en acción a la artista en la plenitud de sus facultades. Por ejemplo, en The Bobo, una película de Robert Parrish protagonizada por Peter Sellers: con 20 años aparece en pantalla bellísima, espectacular, intensa, volcánica y estupendamente fotografiada. Muy ilustrativa resulta la escena final del documental, tomada de los archivos de TVE, en la que La Chana se marca un espectacular, casi circense, dúo percusivo con un batería de rock. Contaba ayer la bailaora que el batería tocó en ritmo binario para unos pasos que ella normalmente hacia en compás de tres, por lo que la ejecución, endiabladamente complicada, dio lugar a una nueva técnica jonda.

Stojevic ha pergeñado una narración del siglo XXI: pobreza de posguerra, inicios humildes desde los que elevarse al firmamento, caída motivada por el pésimo ambiente familiar, patriarcado gitano y machismo, celebrities como Dalí o Sellers, violencia de género y resurgimiento desde la nada, desde menos que nada, hasta el magisterio final de la vejez. Lo que ocurre es que la corrección política, que puede resultar útil en nuestro día a día, resulta incompatible con el discurso artístico.

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