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Programación

La Noche en Blanco: la vida ha vuelto

  • La cita reanuda su actividad tras el parón de la pandemia.

  • La Torre de Don Fadrique o el Archivo de Indias, entre las visitas más demandadas

Una visita a los Baños de la Reina Mora durante la Noche en Blanco.

Una visita a los Baños de la Reina Mora durante la Noche en Blanco. / Juan Carlos Muñoz

Otros años la ciudad era un hervidero, un enjambre, algo parecido a una fiebre en la que los paseantes recorrían las calles ávidos de experiencias. Los responsables de la Noche en Blanco querían un regreso tras la pandemia sereno, sin grandes acontecimientos y sin subrayar los elementos novedosos: lo importante era reanudar la actividad y celebrar así la vida –no sólo la cultura– allá donde la dejamos antes del mal sueño del coronavirus. Pese a ello, la gente volvió a responder en una velada en la que se habían programado más de 120 actividades: las propuestas que requerían reserva o entrada se agotaron, y en el ambiente se notaba la curiosidad y las ganas de aprovechar todo lo que depara una ciudad que no quiere agotarse.

Uno de los escenarios que despertaron gran expectación fue la Torre de Don Fadrique recién restaurada, el enclave que la asociación Sevillasemueve eligió para dar el pistoletazo de salida a la jornada. El Archivo de Indias, la Catedral y la Giralda, San Luis de los Franceses, los Baños de la Reina Mora o la Factoría Cruzcampo fueron otras ubicaciones a las que se acercaron los ciudadanos. "Nos están mandando muchas fotos de colas, y en la calle se nota que la gente tenía ganas de volver a disfrutar de la Noche en Blanco", señala María Román, del equipo organizador de la cita, que cuenta cómo escenarios como las paradas del Metro de Sevilla, que participa en la iniciativa, han registrado cierto "colapso" por la atención con que los viajeros se han entregado a las actividades programadas.

La Torre de Don Fadrique. La Torre de Don Fadrique.

La Torre de Don Fadrique. / Juan Carlos Muñoz

La Noche en Blanco sirvió así de nuevo como escaparate de una ciudad que se sabe laberinto y reserva mil y una sorpresas. Una ruta cofrade en la que las hermandades y templos se mostraban a los asistentes o una visita a la desconocida Torre de la Puerta de Córdoba y a San Hermenegildo coincidía con las sesiones golfas de los cines Avenida o las visitas teatralizadas del Monasterio de San Jerónimo, entre el largo abanico desplegado. La sensación era la misma en todos: la Noche en Blanco había vuelto, pero también lo hacían la vida, bendita vida, y sus costumbres.

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