Crítica de Flamenco

La noche del ritmo frenético

El llanto se mueve

Cía. Jairo Barrull. Baile, dirección y coreografía: Jairo Barrull. Baile: Irene la Sentío. Cante: Juan José Amador, El Galli, Antonio Zuñiga. Guitarra: Eugenio Iglesias. Lugar: Sala Cajasol. Fecha: Jueves 18 de febrero. Aforo: Casi lleno.

Es un baile de fuerza, frenético. De pies. La versión más violenta de la danza jonda actual. En la que se pierden los matices y los marcajes para dar todo el espacio a los juegos rítmicos. Zapateado y pateo. Golpes y escobillas. Se trata de un único mensaje que se repite una y otra vez, en ocasiones con los mismos pasos, y por este camino se pierden las diferencias entre estilos. Ayer Barrull hizo alegrías, seguiriya y soleá pero, como digo, en cada uno de estos bailes el mensaje fue el mismo. Se trata de una opción, naturalmente, y hay muchos aficionados que es justamente esto lo que buscan en el flamenco. Ellos gozaron enormemente en la noche de ayer. Con todo, el espectáculo resultó largo en exceso.

La Sentío ofreció en los tarantos algunos matices en los marcajes. También en la soleá hubo algún momento en el que se paró o, incluso, algún golpe de cadera sorprendente. El resto fue ritmo, ritmo y ritmo. Muchos pies. Creo que la intérprete tiene bastante más que ofrecer.

El maestro Juan José Amador estuvo de nuevo magnífico toda la noche, ofreciendo detalles de mucho sabor, con esos bajos poderosos tan característicos y ese timbre único. Por supuesto que su sentido del ritmo es absoluto. Son ya casi cuatro décadas como el cantaor más solicitado por los bailaores. El Galli estuvo también muy meritorio en su cante visceral, roto, así como Antonio Zúñiga con un concepto más intimista pero igualmente efectivo. Eugenio Iglesias, además de ser el sustento de todo este edificio jondo, ofreció algunas falsetas solares, plenas de imaginación y emoción.

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