Los colores de un órgano

ANDRÉS CEA | CRÍTICA

Andrés Cea aplaudiendo al órgano del Salvador.
Andrés Cea aplaudiendo al órgano del Salvador. / Federico Mantecón

La ficha

*****Programa: Obras de J. Cabanilles, F. Correa de Arauxo, J. de Nebra, J. Sessé, J. S. Bach y L. Marchand. Órgano: Andrés Cea. Lugar: Iglesia del Salvador. Fecha: Martes, 10 de junio. Aforo: Lleno.

Nadie conoce mejor el órgano de la iglesia del Salvador, desde antes, durante y después de su restauración, que Andrés Cea, una voz que clama en el desierto por la recuperación del riquísjmo patrimonio organístico de Sevilla y de Andalucía. De ahí el que, en su concierto dentro del ciclo de presentación del recién (y modélicamente, a cargo de Óscar Laguna) restaurado órgano del Salvador, diseñase un programa que ofreciese al oyente toda la paleta de colores y timbres de este extraordinario instrumento contruido por Juan Debono a finales del siglo XVIII, sin lugar a dudas el mejor órgano histórico de la ciudad a día de hoy.

Cea aprovechó las enormes posibilidades combinatorias del órgano mayor y de la cadereta de espalda, cada uno con sus registros propios, individualizados o acoplados, con el apoyo puntual del pedal, que ya sabemos que en el caso del órgano ibérico no tiene el desarrollo que tienen los órganos europeos. Se abrió el concierto con el tiento de sexto tono de Juan Cabanilles, una obra multiseccional en la que Cea fue ofreciendo registraciones cambiantes, desde la más solemne y de tono lamentoso inicial a las fanfarrias "de batalla", ricas en lengüetería, pasando por esos "diálogos trocados" de combinaciones sonoras muy vistosas, valga el retruécano. Para el tiento de octavo tono de Correa de Arauxo (compositor de la casa) Cea encontró el pulso apropiado para cada sección, sin caer en la morosidad de otras versiones, con ritmo y, sobre todo, claridad en todas las líneas, con las bellas sonoridades de la trompeta real, la voz humana y la címbala añadidios al lleno del órgano principal. Las tres "sinfonías" de José de Nebra son en realidad tres sonatas que bien podrían servir de reflexión a la epístola. En la primera, meditativa e íntima, brillaron los flautados y, además, se pudo apreciar la nitidez de los graves (violón de ambos órganos), potentes y con relieve. Para la segunda, más galante, Cea optó por el tapadillo de la cadereta (el pequeño órgano situado a la espalda del organista), lo que facilitaba una articulación y un fraseo más ágil. Y para la solemnidad y dramatrismo de la tercera la opción fue la de la rica lengüetería del instrumento, con densidades crecientes de gran impacto sonoro.

La peculiar fuga de Juan Sessé, con secciones cambiantes, sirvió de nuevo para mostrar la variedad de registros del órgano, con combinaciones ligeras o densas según el carácter de cada sección. Con el preludio BWV 852 y fuga BWV 876 (de El clave bien temperado) Cea planteó un sonido más "germánico", sin tanta presencia de cornetas, trompetas y demás. Fue especialmente brillante su versión de la fuga, con toda la presencia sonora de la que es capaz el instrumento en la sección final. Para los tres corales BWV 672-674 el sonido fue más recogido, con flautados y tapadillos. El colofón del concierto y la apoteosis sonora del órgano vino de la mano deGrand dialogue de Louis Marchand, con sus espectaculares fanfarrias de apertura y todo el aparataje trompetero del órgano mayor y la impactante lengüetería del final.

Los aplausos del propio Cea al órgano en los saludos finales demuestran el regocijo, suyo y de todos los aficionados sevillanos, por la recuperación para la vida musical de este impresionante instrumento. Pero no hay que olvidar que hay otros tantos a la espera de volver a la vida.

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