Crítica de Música

De las pelucas a los cañones

Para cuando en el verano de 1804 se presentó en la residencia del príncipe Lobkowitz la Heroica de Beethoven, el compositor llevaba más de un lustro sufriendo por una sordera progresiva que ningún tratamiento logró frenar. Aquel día los invitados quedarían sorprendidos más que por la sonoridad en sí de la obra, por sus dimensiones y su novedosa organización del material musical. El hito de la Heroica (originalmente titulada Bonaparte) marca desde luego todo el desarrollo posterior del género. Y Axelrod quiso mostrarlo con una interpretación de un vigor y un ímpetu indesmayables, auténtico ardor guerrero, y dando además al espectador la posibilidad de adoptar la perspectiva del propio Beethoven el día del estreno ofreciendo unos tapones para mitigar la acústica resonante de la sala para una orquesta de 37 miembros.

En su visión de la obra, resultaron destacables también la general rapidez de los tempi, el control del vibrato, el énfasis marcado sobre los sforzandi y los acentos y una muy apreciable claridad, por ejemplo en los pasajes imitativos de un Finale algo irregular.

El contraste fue marcadísimo con la primera parte del concierto, un Haydn de peluca y afeites en una fecha (1779) en la que había concebido ya sinfonías mucho más incisivas y desasosegantes. Música radiante en re mayor, cortesana, sin mayores conflictos, que Axelrod miró con articulación clara y una notable frialdad expresiva.

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