Huppert en el imperio de los signos

Sidonie en Japón | Crítica

Isabelle Hupert y August Diehl en una imagen del filme.
Isabelle Hupert y August Diehl en una imagen del filme.

La ficha

*** 'Sidonie en Japón'. Drama, Fra-Sui-Jap-Ale, 2023, 96 min. Dirección: Élise Girard. Guion: Maud Ameline, Élise Girard, Sophie Fillières. Fotografía: Céline Bozon. Música: Gérard Massini. Intérpretes: Isabelle Huppert, Tsuyoshi Ihara, August Diehl.  

Los trenes y templos de Ozu, un personaje que se llama Kenzo Mizoguchi, las tumbas de Tanizaki y su esposa, las playas solitarias de Kitano, el piano de Sakamoto, los cerezos en flor, el Monte Fuji nevado, las fotografías marinas de Sugimoto, Hiroshima mon amour, los grabados de garzas de Ohara Koson, los fantasmas vivientes… son solo algunos de los símbolos e imágenes de la japonesidad que hemos reconocido en este filme protagonizado por Isabelle Huppert, de nuevo de viaje por Asia Oriental como en los filmes de Hong Sangsoo.

Un filme que se entrega al imperio de los signos nipón como marco de referencias en el que desplegar el homenaje a una cultura y un modo de vida a través del viaje de una escritora llegada al país para presentar una vieja novela recién traducida por un editor secretamente enamorado de ella. Sidonie en Japón arranca como una variante femenina de Lost in translation para ir modulándose poco a poco como un filme de duelo y sanación, el de esta mujer superviviente a varios accidentes que recupera allí, dónde si no, la imagen-fantasma del marido muerto dispuesto a darle la despedida para que retome su vida ahí donde se quedó parada.

Huppert se nos antoja la actriz ideal para encarnar este tránsito entre mundos y tiempos: una mujer que hace ya tiempo que adoptó una máscara, también unos movimientos, que la convierten en el trasunto de un cuerpo vacío y flotante para ser llenado de estímulos y emociones que provienen siempre de fuera. Esa parece ser la clave de un filme que exhibe sus trampantojos, sus trucajes a la antigua y esa condición espectral que tiene mucho de naif. Habrá quien vea en todo un ello un compendio orientalista para espectadores lejanos, también quien, como el que escribe, entre plácidamente en el juego de citas y acompañe pacientemente esta delicada historia romántica como un cuento contemporáneo para adultos.  

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