¿Dónde estaré esta noche? | Crítica

La soledad y el miedo de una joven

Alicia Moruno se enfrenta a Juana de Arco

Alicia Moruno se enfrenta a Juana de Arco / M. G.

Sonó como un mazazo: Juana de Arco sólo tenía 19 años. Inmolada como bruja por la Inquisición, la doncella de Orleans pasó así a formar parte de la historia y mitificada según los beneficios de nacionalistas franceses o fervientes católicos que acabaron subiéndola a los altares.

Borja de Diego ha escrito su Juana humanizando el mito, alejándose del fervor religioso y huyendo de la posible enfermedad que le hacía escuchar voces. Estamos ante una chica que se enfrenta, en soledad, a la tortura, al engaño, al abuso y que, lógicamente, duda de sí misma y del Dios que la impulsó a la batalla y que, luego, la abandonó ante el implacable terror de los hombres.

No busca, De Diego, la política infame, verdadero artífice de la desgracia de la niña virgen. Como buen escritor pone en tela de juicio todo lo que nos han contado de ella y usa su verbo de poeta como melaza para dibujarnos esta desgraciada historia que la actriz Alicia Moruno, única protagonista de este último día de la pucelle, ha perseguido desde hace años.

Enamorada del personaje desde su infancia se ha reunido de lo mejor de una generación del teatro andaluz, el director de escena Carlos Álvarez-Ossorio y el músico Jasio Velasco. Dirigido de manera suave, buscando el lenguaje corporal y acompañado de una música potente y sugerente estamos ante una verdadera apuesta teatral. El espacio escénico justo, un círculo de tierra y unas velas, representan el encierro de Juana.

La obra está terminada. Le corresponde ahora a Alicia Moruno crecer con ella, la imagen ya la tiene, y adueñarse de esta joven para hacernos soñar y vibrar.

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