Mujer (precaria) al borde de un ataque de nervios

El primer largo de Ana Lambarri pone el foco en una de esas mujeres zarandeadas por la crisis económica, la precariedad laboral y la frustración, a lo que el retrato también añade problemas y roces familiares y una palpable dificultad para gestionar las relaciones sentimentales y afectivas.

Se diría que todo aprieta y bloquea a Laura a sus 35 como trasunto de un cierto perfil contemporáneo fruto del capitalismo y las dinámicas socio-laborales, que la obligan a trabajar de dependienta en una tienda cuando su gran proyecto profesional pasa por el diseño de un programa informático. A partir de ahí, se trata de acompañar este periplo y ese perfil, digamos, poco atractivo, en un intento por comprender y revelar, por ser fiel a una rabia y unos gestos que nos acercan a una mujer compleja y contradictoria.

Es ese el principal reto, el de llegar a una cierta empatía (liberadora) pesar de los obstáculos, de esta Todo lo que no sé que no invierte demasiado en las formas más allá del realismo dramático algo ramplón que lo confía casi todo a un elenco solvente donde, además de Susana Abaitua, que se echa encima casi toda la carga del filme, también aparecen, algo desdibujados y con más o menos cuerpo, Francesco Carril como el novio de ida y vuelta, Andrés Lima como el padre enfermo terminal, Ana Gabarain como la madre con autoridad y carisma, Natalia Huarte como la hermana mayor con la que lidiar los complejos y Stéphanie Magnin como la amiga y confidente en la que nuestra protagonista se refugia para intentar salir de su atolladero vital.