LIBROS

Una travesía por el Mediterráneo de los templarios

  • El escritor Jorge Molist publica su libro 'El latido del mar' (Planeta) en el que narra la juventud de Roger de Flor, con los últimos años de las cruzadas en Tierra Santa como telón de fondo

  • Las cosas bellas que se dicen frente al río

El escritor Jorge Molist presenta su obra 'El latido del mar'.

El escritor Jorge Molist presenta su obra 'El latido del mar'. / M. G.

Navegar por el Mediterráneo de la Edad Media, entre batallas y conquistas, es una hazaña que el escritor Jorge Molist (Barcelona, 1951) realiza con soltura. Lo demostró en 2021 con su obra La reina sola, en la que narró las intrigas en las que se vio envuelta la reina Constanza de Sicilia, esposa de Pedro III el Grande. Con el Mare Nostrum como escenario principal y los últimos años de las cruzadas en Tierra Santa como contexto histórico, Molist acaba de lanzar El latido del mar (Planeta) que detalla las aventuras de juventud de Roger de Flor

El protagonista, uno de los grandes desconocidos de la historia a pesar de su relevancia, nació en la ciudad italiana de Brindisi y fue hijo de la noble Blanca Coppola y de Ricardo von Blume. Pasó su infancia entre galeras hasta que consigue ingresar en la Orden del Temple, llegó a ser el cabecilla de los almogávares y césar del imperio bizantino. El latido del mar surca el periplo de Roger de Flor con la venganza y la libertad como telón de fondo.

-Descríbanos a Roger de Flor y cómo llegó a ser césar del imperio bizantino.

-En el Senado tenemos un cuadro precioso que representa la entrada de Roger de Flor en Bizancio. Hay una parte luminosa que ve rica y culta, pero ahí está el Emperador que es un señor mayor y su corte que inclina la cabeza frente a Roger. Esta es la parte más oscura, que es donde está el ejército español: los almogávares. Fue proclamado césar del imperio bizantino y con sus tropas echó a los turcos de lo que hoy es Turquía. El fue capitán de una nave templaria y, de hecho, fue templario en un momento en el que la Orden está en su máximo apogeo. Sin embargo, le acusaron de llevarse dinero y pasó a ser proscrito del Temple. A partir de ahí se convierte en un pirata mercenario que luchó contra los franceses a favor de la corona de Aragón hasta que terminó la batalla de Sicilia. 

-Además, 'El latido del mar' también narra la aventura de Blanca Coppola. Una mujer valiente, astuta y luchadora para salvar la vida de su hijo. 

-Totalmente, pero ella no se ve así. Cree que es apocada, que le cuesta tomar decisiones y que no sabe hacer nada. En realidad, es una alta dama de Brindisi y lo que sabe es bordar, leer, escribir, tocar el laúd y, en definitiva, cosas cortesanas. De repente, su marido muere en la guerra, su familia huye y son considerados traidores. Entonces se encuentra en manos de sus enemigos y tuvo que usar todo su ingenio para salir de esa y sufrió los peores abusos y, teniendo en cuenta que fue la dama más alta, entre los vencedores había un cierto orgullo por dominarla.

-¿Quiénes eran los almogávares?

-Españoles que crecieron en nuestros montes y muchos eran esclavos. El caso más extremo fue en Cataluña con los campesinos de gleba sometidos, por ejemplo, al derecho de pernada. La única solución era coger las armas y, literalmente, tirarse al monte y allí tenían a sus familias. Cuando Pedro de Aragón cometió la locura de enfrentarse a los franceses, que eran 16 veces más poderosos en tropa y recursos, embarcó a los almogávares. Participaron en las guerras de Italia para imponer la libertad de los sicilianos que estaban con la corona de Aragón y, poco a poco, fueron cayendo distintas piezas del Mediterráneo hasta dominarlo. Cuando terminó la guerra, los almogávares pasaron a ser un problema para el Rey, pero se convirtieron en la mejor la infantería de la época.

-El escenario es el Mediterráneo, centro del mundo. ¿Qué importancia tuvo este enclave?

-El gran comercio llegaba de Oriente y Sicilia está a mitad de camino, por tanto, era clave. Estuvimos 54 años más en el Mediterráneo que en Cuba y llegamos como salvadores, como una alianza, porque la esposa de Pedro III de Aragón era la heredera legal de Sicilia. Uno de los escenarios de la novela es San Juan de Arce donde todo el comercio que se generaba, fruto de la ruta de los cruzados y de la de los peregrinos, era mayor que el que se producía en el reino de Inglaterra de la época. Conquistar este enclave representaba mucho.

-¿Por qué desconocemos la importancia del Mediterráneo?

-Porque nuestra historia es muy rica y nos hemos quedado mirando a América. Dejamos ahí la lengua, nuestra cultura y en Cuba estuvimos mucho tiempo. Dejar nuestra impronta en Sicilia era más que difícil, porque estuvieron los fenicios, los griegos, los romanos, los árabes, los vikingos, los franceses y nosotros. Aunque el hecho de que Atenas y Sicilia fueran españolas es algo extraordinario.

-¿Cómo se documentó para armar la juventud del protagonista?

-Hubo un cronista, Ramón Montaner, que fue compañero de armas de Roger de Flor. Escribió una crónica sobre los almogávares que fue la base histórica y una de las fuentes principales que dio los datos de la infancia del protagonista. Además, lo combiné con mi conocimiento del Mediterráneo, de las ciudades y de cómo pensaban en la época, sus costumbres y rituales.

"La Orden del Temple era un puñado de caballeros fanáticos empeñados en proteger a los peregrinos”

-En la novela aborda el auge del Temple y, de forma velada, su caída que no se produjo hasta 1370. ¿Cómo era esta Orden?

-Eran un puñado de caballeros fanáticos que se empeñaron en proteger a los peregrinos y tenían unas normas muy estrictas. No podían cazar, ni jugar al ajedrez, ni bañarse. Eran muy ricos, una multinacional tremenda que, además del negocio de los peregrinos, tenían la banca, o las encomiendas agrícolas. Al final, algunos tenían el mismo fanatismo que los primeros, pero muchos estaban dentro porque se comía. Había algunos templarios, como Fray Vasall, capitán de la galera en la que conoció a Roger de Flor, que pertenecía a la Orden por supervivencia. Fue condenado por un delito, pero por su alto valor y capacidades, fue enviado a combatir en Tierra Santa.

-Es curioso que haya incluido bibliografía en su obra aunque sea una novela.

-Pretendo que el lector lo pase bien, se enganche en las primeras páginas y se identifique con los personajes y sus sentimientos. Lo puse, porque fue como un reto. Cuando gané el Fernando Lara con Canción de sangre y oro, algunos dijeron que me había inventado todo por no poner bibliografía, pero no lo consideraba necesario porque lo estudio por mi propio placer. En la próxima novela pondré una cuarta parte y con eso tiramos.

-¿Qué papel interpreta la venganza?

-La venganza es la justicia tomada por tu propia mano, cuando no hay humana ni divina. 

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