David Carpio. Cantaor

"A veces, hasta que no saca un disco, un cantaor no interesa"

  • Tras una larga carrera, el jerezano publica 'Mi verdad', un primer álbum en el que se perciben los ecos de la tradición y que recuerda a Moraíto Chico.

El jerezano David Carpio presenta en estos días su primer disco, Mi verdad (Karonte), pero el aficionado conocía ya a este cantaor procedente de una de las familias más distinguidas del flamenco de su ciudad, una voz que suele acompañar a bailaores y músicos como Belén Maya, Andrés Peña o Gerardo Núñez. La grabación de un concierto programado por el Festival de Jerez, en el que estuvo respaldado por el guitarrista Manuel Valencia, es la carta de presentación de este intérprete respetuoso con la tradición y que se mueve principalmente, dice, por la honestidad y el sentimiento.

-Hay una parte muy emocional en el disco, muy personal, con la bulería que dedica a Moraíto Chico y los tarantos con los que evoca a su abuelo, Antonio Carpio Montoya. Quizás de ahí que haya titulado el disco Mi verdad, porque no hay verdad más grande que la de los afectos.

-Sin duda, el corazón es lo que manda, lo que nos mueve. Aunque si he de ser sincero, el título vino después. El disco es una actuación en directo, cuando la hice ni pensaba en sacar un disco con esto. Pero escuchando la grabación creí que era un nombre adecuado. Morao ha sido una persona querida y respetada por todos, ha dejado un vacío muy grande, no sólo en Jerez, sino en el mundo entero del flamenco. Era una persona humilde, que ha defendido al máximo lo que se hacía en nuestra tierra. El último concierto que hizo fue conmigo, y conocerlo, estar con él, fue una maravilla no sólo profesionalmente sino en el plano personal.

-Con el homenaje a su abuelo, usted reivindica la estirpe de la que procede, pero su forma de cantar, por ejemplo, es diferente a la de sus primos...

-No es que yo quiera renegar de mis orígenes, ni mucho menos, eso lo llevo en los genes. Pero, ya sea por el tiempo que llevo fuera, desde muy joven dando vueltas por el mundo y acompañando a artistas, me he abierto un poco más en diferentes palos. A mi abuelo le dedico esos tarantos porque para mí uno de los grandes fue Antonio Núñez Montoya, El Chocolate, que era primo de mi abuelo y ha sido un referente muy importante para mí y para todo buen aficionado. Mi abuelo no pudo verme cantar, y me habría gustado.

-Mi verdad surge de un directo, pero usted planeaba otra cosa para su primer disco, incluso se llegó a meter en el estudio.

-Es cierto que me metí en el estudio de mi amigo David Lagos, nos iba a producir Santiago Lara. Me puse a grabar con mi amigo y fiel escudero Manuel Valencia en la soleá, pero no había manera. Me llevé con ella un par de horas y no era lo que yo quería para mi primer disco. Para el siguiente, ya veremos, me gustaría que fuera en estudio. Mi verdad estaba en ese recital, también la verdad de Manuel [Valencia], la de Carlos Grilo y Chicharito.

-No ha retocado nada de ese concierto para el disco.

-Nada. Lo único que tiene editado es que en vez de añadir he quitado. He cortado los aplausos, y una letra por soleá para que no se hiciera largo. No quería que hubiese nada de más, pero ahora me da que hay incluso de menos. El concierto no tuvo megafonía, era en una sala sin micrófonos, el Palacio Villavicencio de Jerez. Fueron los compañeros de Canal Sur Radio quienes recogieron el sonido.

-Cuando uno lleva una carrera a sus espaldas como la suya, tiene que dar rabia esa norma no escrita por la que parece que si no tienes un disco en el mercado no eres nadie.

-Sí, sí. A mí me han dicho promotores, de aquí y de fuera, que me conocían pero que si no tenía un disco no interesaba, no te quieren. Tiene que haber ese principio en el currículum de cada uno. Pero a mí me ha venido este disco cuando me tenía que venir, no antes. Ahora estoy en un buen momento, puedo defender bien este tema.

-Otro prejuicio que se da es que hay que hacer algo en solitario para que un cantaor se gane el respeto. Pero hay gente maravillosa que se dedica al acompañamiento.

-Cada vez que se habla de cante para bailar se hace de manera despectiva. Hasta que no te pones delante no te dan importancia, y eso no tiene sentido. Un periodista me dijo que para oír buen cante había que ir a un espectáculo de baile. Le tengo que dar la razón. Hay compañeros que dan recitales en solitario, pero los espectáculos de baile dan mucho protagonismo ahora mismo al cante. Es un repertorio bueno, amplio, incluye una buena amalgama de cantes.

-En todo caso, sigue acompañando a otros artistas. Ha estado en Londres con Belén Maya y Manuel Liñán, también Gerardo Núñez cuenta con usted.

-Hemos presentado el disco en París y fue un triunfo, el teatro se llenó. De ahí pasé a una serie de actuaciones con Gerardo Núñez y compañía por Alemania de la que llegué anoche mismo [por el lunes]. El público alemán es frío, pero Gerardo Núñez allí es muy apreciado, siempre tiene lleno y lo tratan, nos tratan, muy bien. Los mismos promotores se sorprenden del calor con el que nos reciben.

-Ha hablado antes de Manuel Valencia como su fiel escudero.

-Es un guitarrista flamenquísimo, puro; es el hombre que buscamos todos los cantaores que defendemos lo clásico. Manuel tiene flamencura, frescura, conoce la actualidad de su instrumento. Para mí, es el guitarrista completo. El Festival de Mistela lo va a premiar en junio. Viene pisando muy fuerte, y tengo la suerte de tenerlo a mi lado.

-Usted insiste en un cante puro. ¿Cómo ve a los compañeros de generación, en este sentido?

-Ah, yo creo que cada cual tiene que buscar su verdad. Éste soy yo, el que está en el disco. Yo no voy a entrar a juzgar a los demás, no soy nadie para hacerlo.

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