Un descubrimiento

En verano duele más | Crítica

Manuel Gerardo Sánchez retrata el choque entre la búsqueda de la propia identidad y el reencuentro con las raíces

Manuel Gerardo Sánchez.
Manuel Gerardo Sánchez. / D. S.
Gonzalo Gragera

18 de junio 2023 - 06:00

La ficha

En verano duele más. Manuel Gerardo Sánchez. Egales. Barcelona, 2023. 240 páginas. 19.95 euros

No recuerdo ahora quién dijo aquello de que las novelas se salvan por sus comienzos. Pero sospechamos que así es. El inicio de todo relato, ese arranque, es el momento en el que los autores demuestran un primer dominio, clave para sostener la maquinaria de la obra y clave para despertar la atención de los lectores. Si damos por cierta esta idea, habrá que afirmar que En verano duele más, del escritor e historiador Manuel Gerardo Sánchez, es una de esas novelas que se salvan; es decir, una de esas novelas que cumplen con el propósito.

El autor construye una ficción que seduce desde la primera frase del relato, rotunda y concisa. Y además, va desgranado con aciertos el resto de esta historia que trata la vida de Camille, inmigrante en Venezuela, de origen libanés. Una vida marcada por la homosexualidad y por la difícil relación que Camille mantiene con su padre, quien agoniza en un hospital de Punta de Mata. En esta ciudad venezolana se desarrolla la novela.

Venezuela, su cultura, es un tema que ocupa la narrativa de Manuel Gerardo. Con En verano duele más descubrimos las particularidades de los venezolanos, sus cotidianidades, el carácter general del país. También sus paisajes. El autor describe, sin cansarnos y con precisión, la atmósfera que se vive allá. Desde su clima cálido a las corruptelas que padecen los venezolanos –y de la que no siempre son víctimas–. Similar ocurre con el Líbano.

Pero quizá los asuntos principales de la novela sean las relaciones paterno-filiales y la homosexualidad del protagonista. Y aquí la importancia de esta obra que refleja ese conflicto entre la educación –en un amplio sentido– heredada y la vida que cada uno desea vivir –con sus códigos morales, sus convicciones–. Todo envuelto en una prosa que destila oficio y solvencia en la narración. Con algunos símiles que contienen poesía. Con un ritmo, tanto en la sintaxis como en la trama, que no sólo salva el comienzo. También desarrollo y desenlace.

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