Crítica de Flamenco

La zambomba moderna

Un instante de la representación la noche del martes en el teatro de la Fundación Cajasol.

Un instante de la representación la noche del martes en el teatro de la Fundación Cajasol. / jaime martínez

El villancico moderno se ha apoderado de la zambomba jerezana. El nacimiento del género como espectáculo escénico se debe a Parrilla que recuperó villancicos y otros sones del ciclo navideño, no sólo de Jerez, también de Algeciras, Tarifa, Córdoba, Extremadura, La Mancha, La Rioja, etc. El renacimiento actual de la zambomba ha propiciado la composición de nuevas canciones para estos espectáculos firmadas, entre otros, por Antonio Gallardo o Fernando Terremoto. En el espectáculo que vimos el martes, como en la mayor parte de las zambombas actuales, se potencia este repertorio más ligero y también adecuado al lucimiento personal de los intérpretes, en detrimento del villancico tradicional, que interpretó la formación en grupo. El villancico moderno es dulzón, bienintencionado y políticamente correcto en tanto que la lírica tradicional es picaresca, de pulla, de una ironía fina o de un claro antibelicismo, en lo que a los cantos de quintos se refiere.

De los ocho intérpretes que configuraban el coro, todos son solistas, como mostraron en sus intervenciones individuales. Hay que destacar el soniquete de Juanillorro y su tremenda presencia escénica. Es uno de los grandes cantaores de hoy y es un drama que no hayamos podido ver la versión en vivo de su primer disco en nuestra ciudad. Carmen Grilo mostró su voz clara y morosa en tanto que Manuel de la Fragua optó por la intensidad. Pedro se mostró más íntimo y sentimental y Manuel Moneo Carrasco muy sentido en la dedicatoria a su tío, recién fallecido. Ana de los Reyes puso la frescura y Coral de los Reyes desparpajo y oficio. Eva Rubichi completó un elenco notable.

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