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Para notar a los que menos hacen a veces sólo hay que percatarse de quienes más se quejan. En esta España asimétrica las comunidades que más se quejan, allá por losnortes, son las que menos deberían hacerlo porque son las que se benefician del sistema. En Cataluña a los propios quejicas se les ha ido el invento de las manos. En este viaje de no retorno sólo ya podemos contar todo en grados de derrota colectiva.

Las autoridades de Cataluña, incluida esa alcaldesa barcelonesa equilibrista en sus deslealtades, han jaleado un victimismo infundado en lo económico, en lo político y por supuesto en lo cultural. Habrá quien ahora se sorprenda de la radicalización y desprestigio de TV3 pero hace ya años, cuando se reían las gracias de panfletos camuflados como Polònia, desde tiempos tripartitos, se distinguía la estrategia y línea editorial de los independentistas. Los andaluces, además, somos la piedra fácil para arrojar como población inculta y subvencionada. En parte habrá que hacer examen de conciencia sobre si tenemos culpa de alimentar esos tópicos y ojear algún canal.

En Cataluña se quejan pero, como simple ejemplo, en materia televisiva no deberían hacerlo. Entre Diagonal, Gestmusic o El Terrat casi toda la parrilla externa de Atresmedia está en manos catalanas. Y en TVE no uno sino tres canales dependen de la dirección y producción del centro catalán. Teledeporte, Clan y La 2 (La 2 de mi amigo Sempere) están sostenidos por el equipo de TVE en Cataluña. Canales que da igual la audiencia que tengan porque RTVE no tiene visos de desmantelar Sant Cugat. La parrilla de La 2, por muy de servicio público que sea su misión con lo que parece un escueto presupuesto, es (muy, muy) mejorable. TVE pone su énfasis en Sant Cugat mientras tiene en precario al resto de centros regionales. En el de Sevilla, donde hay platós magníficos por equipar, no sabremos nunca qué talento tenemos. Prado del Rey hace ya tiempo que optó por Barcelona para olvidarse del resto de España. De la España asimétrica.

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