Se asocian a la inflación, pero en realidad aparecen por todas partes. Un pánico especial provoca el caso de la espiral precios-salarios, cuando estos aumentan de acuerdo con la inflación del periodo anterior. El efecto de segunda ronda aparece cuando las empresas repercuten la subida salarial en sus precios con el fin de defender márgenes y beneficios y los trabajadores reivindican nuevos aumentos, dando lugar a la temida espiral inflacionista por sus fatídicas consecuencias sobre el crecimiento y el empleo y por la ineficacia de las políticas convencionales. En estos casos, solo el conocido como pacto de rentas, es decir, el establecimiento de un objetivo de inflación al que trabajadores, empresarios y gobierno (rentas fiscales) aceptan ajustar el crecimiento de sus ingresos, puede garantizar el retorno a la estabilidad.

Pero los efectos de segunda ronda no siempre están relacionados con la inflación, al menos de forma directa. El caso de la vivienda es un buen ejemplo de ineficacia política en todos sus niveles. El aumento del precio (4,5% a lo largo del último año y 11% la vivienda libre) se debe a la escasez de la oferta. La relación con la inflación sería indirecta y limitada a la repercusión de la subida de tipos de interés en el coste de la construcción y al encarecimiento de las hipotecas, pero esto tendría haber retraído la demanda presionando a la baja sobre el precio final de la vivienda. La realidad es que los precios no dejan de aumentar, lo que en un mercado tan intervenido como el inmobiliario, es un indicador de la tensión alimentada por las políticas equivocadas.

El efecto es más claramente perceptible en el caso de los alquileres. La ley por el derecho a la vivienda del pasado 24 de mayo estableció un tope a la subida de los alquileres del 2%, pero los nuevos arrendamientos en noviembre de 2023 son, según Idealista, un 7% mayor que hace un año. La culpa sigue estando en la escasez de la oferta, pero con el agravante adicional de una decisión política equivocada, que ignora los efectos de segunda ronda provocados por la nueva ley. En concreto, la salida del mercado de un elevado número de viviendas, ante la sobreprotección que proporciona al arrendatario y el interés que para el arrendador adquieren opciones alternativas, como la vivienda turística.

Aprendemos de esta experiencia que una intervención excesiva en un mercado donde tanto la oferta como la demanda son muy numerosa, la probabilidad de efectos perversos de segunda ronda es elevada. El nuevo gobierno se estrena con la creación de un nuevo ministerio para intervenir en el mercado de la vivienda y con un conflicto interno sobre el nuevo subsidio al desempleo y en los dos casos los efectos de segunda ronda son probables y potencialmente perturbadores. En el de la vivienda por lo explicado anteriormente, en el de la protección del desempleo por razones parecidas. En concreto, porque también se trata de un mercado muy intervenido, en el que las consecuencias de las decisiones equivocadas pueden ser graves. Si lo importante es el acceso a la vivienda y la creación de empleo, ojo con los efectos de segunda ronda derivados de la sobreprotección.

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