La vaca verde de Moreno, el teatrillo de Vox y Susana alistada en Las Pedrettes

Juanma Moreno, flanqueado por Juan Marín y la consejera Carmen Crespo, en Doñana.

Juanma Moreno, flanqueado por Juan Marín y la consejera Carmen Crespo, en Doñana. / J. M. Vidal / Efe

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El Gobierno andaluz, de la noche a la mañana, se ha hecho ecologista. O no ya ecologista, sino campeones del ecologismo. Quién los ha visto y quién los ve: hace unos meses hacían desaparecer la Consejería de Medio Ambiente, reducida a departamento de Agricultura, en una de las decisiones más reaccionarias de la negociación para formar gobierno, y ahora se proponen liderar una Revolución Verde. Hombre, hombre… Aquí hay algo que no encaja. Tal vez Moreno haya visto la luz al modo de Saulo al caerse del caballo camino de Damasco; o quizá es que se lo haya susurrado la vaca que se convirtió en su consejera áulica durante la campaña electoral. Pero raro sí que es.

Moreno Bonilla, en todo caso, se ha llevado su Consejo de Gobierno a Doñana, por el 50 aniversario; y se ha comprometido a aumentar su protección estatutariamente, y a que su Gobierno sea "un referente en la lucha contra el cambio climático y la defensa de la sostenibilidad". Sus mensajes han sido impecables. Casi de repente parecen de Greenpeace, dispuestos a colgar una pancarta de la fachada del palacio de San Telmo. Pero ironías aparte: ¿y si es así? ¿Y si Moreno sencillamente ha comprendido que no hay otra?, ¿y si se avergüenza de la trayectoria de su partido en Doñana? Un político no solamente tiene derecho a rectificar errores, sino el deber. Y lo del PP con Doñana, entre la carretera y los regantes a los que jaleaban para robar agua, era un escándalo. Eliminar Medio Ambiente –algo que hay que imputar a Bendodo y a Juan Marín, con García Egea y Villegas– los retrató. Ahora Moreno Bonilla trata de deshacer el entuerto.

Si hacen todo lo dicho, la Junta puede pasar de enemigo a guardián del medio ambiente. Claro que eso quizá sea mucho creer. Este Gobierno, como tantos otros, ya tiene la inercia de hacer retórica con mayúsculas, caso del BMI, que después pasa a minúsculas, con una bajadita de impuestos. ¿En qué quedará la Gran Revolución Verde? ¿En una revolucioncita? Es bueno oír al presidente decir que "Andalucía se merece un gobierno que apueste por el medio ambiente, y, por ello, estamos impulsando una auténtica revolución verde", pero tiene que bajar de las musas al teatro. En los próximos meses, y desde luego en los presupuestos, se podrá medir si sólo eran eslóganes resultones para hacerse un publirreportaje en Doñana o si se convierte en un programa real. Ojalá.

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En víspera de cerrarse el plazo para las enmiendas a la totalidad , Vox advertía al Gobierno con amenazas: "Si no hay cambios, nos tendrán enfrente". Vox consideraba que PP y Cs "no han querido o no han sabido sacudirse la herencia", remitiéndose a que "hay cantidades ingentes de dinero a empresas opacas" y que "se mantienen calientes los pesebres". Ahí es nada, ese aguafuerte tremendista, con amenazas, llegaban el martes 15. Lo sucedido después, entre el miércoles y el jueves, es muy ilustrativo en los titulares de este periódico:* 16 de octubre/mañana. Titular: Vox no descarta todavía la enmienda a los Presupuestos andaluces de 2020. Alejandro Hernández reconoce que hay asuntos en los que "las posturas están bastante alejadas"* 16 de octubre/tarde. Titular: IVÁN ESPINOSA DE LOS MONTEROS | VOX: "La negociación del Presupuesto andaluz no será un camino de rosas"* 17 de octubre/mañana. Titular: Principio de acuerdo entre Vox y el Gobierno para los Presupuestos andaluces de 2020

Entre el primer y el tercer titular de Carlos Rocha, apenas hay veinticuatro horas de margen. Solo un día. Según Vox, esto se debe a que "queremos hacer las cosas con cierta seriedad". Claro, claro, tiene sentido. Después, el portavoz de Vox aclaraba que, en caso contrario, "estaríamos contribuyendo a esa teatralización de la política" que confiesa detestar. ¿Pero no es evidente que eso es precisamente lo que habían hecho en esas 24 horas? Todo teatro. Alejandro Hernández, eso sí, tiene el don teatral de decir de un modo perfectamente serio cosas que en realidad son perfectamente ridículas. Su alegato contra la irresponsabilidad de presentar una enmienda a la totalidad, cuatro meses después de presentar ellos una enmienda a la totalidad a las cuentas de 2019 que retiraron una semana después, resulta de traca.

Claro que esas horas les servían para desviar la atención del ruido provocado por el lío de la empresa del juez Serrano y una ayuda pública de 2,5 millones del Ministerio de Industria para un negocio que no se ejecutó. Mientras Vox pide con la mano derecha que se persigan los chiringuitos y las subvenciones, ahí está su líder espiritual enredado en un feo asunto de subvenciones chiringuiteras. Y entretanto Alejandro Hernández haciendo proclamas contra la teatralización de la política. Eso sí, contra la teatralización… haciendo teatro, puro teatro como cantaba La Lupe.

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En el Partido Socialista andaluz contienen la respiración, con la sospecha de que la candidatura de Susana Díaz para volver a aspirar a la Junta no va a tener precisamente una alfombra roja por cortesía de Ferraz. Y eso puede significar un regreso a las trincheras, de donde ya salieron mal en la Gran Guerra del 17. Pero Susana Díaz va decidida. Dice que tiene ilusión, tiene fuerza y tiene cosas que aportar. Ahora le falta la clave: ¿tiene votos?

Si Sánchez conserva el poder, como todavía parece previsible, ¿permitirá que repita Susana Díaz? Ella se muestra persuadida de que todas las heridas han cicatrizado, y ahora disfrutan de la armonía de las familias bien avenidas. El caso es que Sánchez, en una entrevista publicada aquí el domingo anterior, no desprendía demasiado entusiasmo: "Son los militantes andaluces los que tienen que decidir el futuro de la organización en el caso de la candidatura a las elecciones andaluzas, cuando se produzcan". Y sólo después dijo eso de "Susana Díaz reúne todas las condiciones blablablá…", que sonaba a mero formulismo. Y más con el pase de pecho final de Sánchez tras la tanda de naturales: "El PSOE tiene cuadros, tiene equipos, está ella también, como para sacar adelante un proyecto…". Ese "está ella también", rebajando a la antigua Reina del Sur a una más, es un dardo envenenado.

Se podría decir que es una fría descripción quirúrgica, pero más bien resulta implacablemente expresiva.

Susana Díaz, de momento, parece encarar el proceso como un camino de redención, como si atravesara la Vía Dolorosa. Admite errores en las primarias, y además compungidamente. No hay muchos precedentes de eso. Parece haber asumido que si Pedro baja el pulgar, está kaputt; de modo que se ha pasado a la filas de Las Pedrettes más entusiastas. Ya habla de Sánchez casi con la euforia de una cheerleader. Por supuesto sabe que el runrún, a su paso, es como si ya estuviera camino del cadalso; pero ella, que conoce la mecánica del partido como pocos, juega con los tiempos: primero elecciones, luego Gobierno, más tarde los congresos… ¿para entonces María Jesús Montero, siendo ministra, se expondrá a disputar la secretaría? Si no es así y ella repite como secretaria, su candidatura sería más factible. Este es el tiempo del sanchismo, pero en el PSOE nunca hay nada escrito, o sólo con palabras en la arena.

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