Alo largo de las fases de expansión y recesión de los ciclos económicos, el consumo de las familias no tiene un comportamiento homogéneo. Durante las fases de recesión, el consumo de bienes duraderos (coches, electrónica) experimenta una caída profunda, mientras que otros bienes y servicios esenciales (alimentación, electricidad) lo hacen en mucha menor medida.

La larga recesión, ha provocado que durante el periodo 2008-2013, la compra de bienes duraderos se redujese en un 5% anual. Hay que tener en cuenta que esos bienes duraderos prestan un servicio anualmente, por lo que aunque no adquiramos nuevos bienes, siguen prestando los servicios. Para el periodo de recuperación 2014-2016, por el contrario, el aumento de la demanda fue del 6%. Este tipo de bienes contraen su demanda en las recesiones en primer lugar y también son los que primeros que se expanden en las recuperaciones.

La información más reciente hecha pública por el Banco de España, apuntan a un agotamiento en las compras de bienes duraderos, por lo que es previsible que el próximo año muestren un comportamiento plano. También se observa, con los últimos datos disponibles, que el comercio de equipamientos para el hogar ha agotado sus posibilidades de expansión. En el sector de los servicios, las pernoctaciones turísticas de residentes, después de una considerable recuperación durante los últimos cuatro años, muestra también síntomas de agotamiento.

Todos estos factores internos por el lado de la demanda, apuntan claramente a una menor contribución de la demanda de consumo al crecimiento. Durante el periodo 2014-2016, el consumo de los hogares creció a un ritmo anual del 2,5% y explicó el 60% de crecimiento del PIB. Para 2018, solo podemos esperar un crecimiento del 2%. El consumo público, por su parte, solo crecerá al 0,8%, manteniendo la tónica de los años pasados.

Sólo la formación bruta de capital fijo, mostrará un crecimiento superior al de 2017, con un 4,4%, tanto por la buena evolución de la inversión en maquinaria como por la notable recuperación del sector de la construcción.

El sector exterior, continuará con su aportación positiva a la actividad, añadiendo un 0,3% al crecimiento del PIB, la mitad que en el año 2017. Las exportaciones de bienes y servicios, seguirán creciendo a un buen ritmo. Sin embargo, ese ritmo se ralentizará y, al mismo tiempo, las importaciones también lo harán, aunque a una tasa menor. Los factores explicativos de la evolución del sector exterior se encuentran, por un lado, en el menor crecimiento de los principales mercados de exportación de España, y las mayores importaciones de bienes de consumo duradero y de petróleo, por otro.

Como siempre sucede cuando se realizan previsiones económicas, el grado de acierto dependerá de que las restantes variables no tenidas en cuenta y cuyo control no depende de los gobiernos, muestren un comportamiento que no dañe a la actividad económica. En el ámbito doméstico, la actitud que muestre el secesionismo catalán será crítica para que todas las previsiones realizadas se ajusten al comportamiento real de la economía.

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