La ventana
Luis Carlos Peris
El Rey, en su rol de oasis
Pocas veces se ha visto una lección de fidelidad como la que Álvaro Valles ha mostrado para llegar a su particularísima tierra prometida, el Universo Betis, Real Betis Balompié. Sacrificar un año de su carrera para poder cumplir la ilusión de jugar en su equipo pone bien claras las intenciones de un futbolista. Un año sabático con la única actividad de entrenar por su cuenta durante seis largos meses podría, o puede, dar al traste con el nivel de un futbolista que, además, está especializado en un puesto tan particular como el de portero.
La inactividad es un problema que no siempre se resuelve y si hablamos de un guardameta, más difícil me lo fiais. Es una posición tan específica, con tantas diferencias respecto a un jugador de campo, que requiere una serie de obligaciones que conjugan con la inactividad. Esa inactividad puede incidir en pérdida de reflejos y, sobre todo, mermar el sentido de la posición.
Por eso, hacer portería es algo que en los equipos de alto standing, los porteros rotan mediante utilizarlos en distintas competiciones. La Copa del Rey está repleta de ejemplos de porteros que aparcan sus suplencias en Liga para ser utilizados en ella. De esa manera no se pierde el sitio y se mantiene el nivel adecuado. Todo eso se lo jugó Álvaro Valles con el único propósito de volver al club de sus preferencias. Se lo ha jugado a una arriesgada carta el rinconero, por lo que sólo cabe desear que el bético sepa reconocérselo en su momento.
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