Visto y Oído
Francisco Andrés Gallardo
Christian
EL disparo de la inflación, en EEUU hasta el 5% y en la Eurozona hasta el 2%, ha sembrado el temor en los mercados financieros como un presagio de una próxima subida de los tipos de interés que podría abortar la recuperación. Temor que no ha impactado en los bancos centrales que trasladan tranquilidad y confianza, afirmando que se trata de una inflación transitoria, que remitirá a lo largo de 2022 y 2023. Tanto la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), como el Banco Central Europeo (BCE) han comunicado que continuarán con sus políticas expansivas de liquidez mediante compra de deuda y sin subir los tipos de interés durante un amplio horizonte temporal. ¿Acaso los bancos centrales no temen la inflación? La temen y la vigilan, pero lo disimulan, para transmitir confianza a los agentes económicos de que la recuperación está asegurada. La estabilidad actual de los mercados financieros está basada más en la confianza en los bancos centrales que en el frio análisis del escenario económico y financiero global. Esta vez no quieren precipitarse con una subida prematura de los tipos de interés que aborte la recuperación, como ocurrió en la Eurozona en la crisis de 2008.
En la última reunión del Comité Federal de Mercado Abierto de la Fed del mes de mayo la inflación se había disparado hasta el 4,2%. En la próxima reunión del 15 y 16 de junio los responsables de la Fed tendrán que decidir si continúan impasibles ante una inflación que ha alcanzado un espectacular 5%. En la reunión de mayo la Fed optó por continuar inyectando liquidez mediante compra de deuda por valor de 120.000 millones mensuales, manteniendo inalterado el tipo de interés de referencia y las facilidades de crédito y depósito. La Fed considera que la inflación, aunque importante, es transitoria: por el efecto base de su comparación con el mes de abril de 2020 en el que los precios se desplomaron, por la explosión de la demanda embalsada y el ahorro acumulado durante la pandemia y por la restricción de la oferta motivada por la ruptura de la cadena de suministros global. Para la Fed estos factores son transitorios y se autocorregirán a final de año. Está por ver cómo reaccionará la Fed en la próxima reunión del 15 y 16 de junio cuando tengan que decidir con una inflación desmesurada del 5%, y una inflación subyacente (excluidos energía y alimentos) que se ha disparado hasta el 3,8%. El máximo de los últimos 13 años. Se espera que una parte importante de comité, aunque todavía minoritaria, va a proponer iniciar el debate de la necesaria y gradual retirada de las compras de deuda y por tanto de la inyección de liquidez.
En la Eurozona el BCE se enfrenta a un escenario más relajado para la toma de decisiones. La recuperación económica se ha retrasado con respecto a Estados Unidos. El BCE ha mejorado las previsiones de crecimiento para 2021 hasta el 4,6% y la inflación hasta el 1,9%. A lo largo de este trimestre la inflación podría alcanzar el 2%, el límite del BCE. No obstante tanto para el BCE como para la Fed la inflación es un síntoma transitorio de la fuerte recuperación , de la explosión de la demanda y el ahorro acumulados durante la pandemia y de la insuficiencia transitoria de la oferta po los problemas de la cadena de suministro.
En su última reunión del 10 de junio el BCE ha decidido continuar con la política monetaria expansiva y de inyección de liquidez mediante la compra de deuda pública a razón de 80.000 millones de euros al mes. Los tipos de interés continuarán inalterados: el de referencia en el 0%, el de depósito en -0,5% y el de facilidad de crédito en el 0,25%. No obstante la presidenta Christine Lagarde ha advertido que vigilarán y no perderán de vista la evolución de la inflación, así como las decisiones de la Fed. Es muy poco probable que la reducción de compra de deuda del programa PEPP se produzca antes del segundo semestre de 2022 y que el inicio de la subida de los tipos de interés se haga antes de finales de 2023. La Fed podría iniciar el viaje de retorno un año antes, con el riesgo de un efecto contagio sobre las condiciones financieras de la Eurozona que obligarían al BCE a anticipar su calendario de retirada.
El grado de incertidumbre es máximo. Nos enfrentamos a la salida de una crisis insólita, desconocida, en la que se han aplicado políticas y medidas extraordinarias nunca antes practicadas. Es como haber escalado el Everest por una vertiente nunca acometida y estar ahora iniciando la desescalada por otra nunca antes transitada. No obstante, pongo en duda la transitoriedad defendida por ambos bancos centrales, justificada por su deseo de transmitir confianza a los agentes económicos y financieros. Esta vez las causas de la inflación son muy complejas, con origen en la demanda y en la oferta , y con factores determinantes transitorios y también estructurales y permanentes. La inflación con origen en la demanda es la menos preocupante, la más manejable y también la más coyuntural. Es lógico pensar que la explosión de la demanda agregada motivada por la privación de la pandemia y la necesidad de recompensa sea transitoria. No todo el ahorro acumulado se gastará, ante la incertidumbre futura desempleo y nuevas mutaciones, y ante las expectativas de mayores impuestos por la ingente deuda pública acumulada.
Es en la inflación de costes donde puede haber elementos estructurales permanentes que operen a medio plazo. Podríamos estar asistiendo a un nuevo súperciclo de subida de precios de las materias primas. Sorprende la virulencia y la intensidad de la subida de los precios de los metales, con el cobre a la cabeza, y también de las materias primas agrícolas y los alimentos, con porcentajes de subida superiores a dos dígitos. La FAO advierte de que esta tendencia puede permanecer si no se actúa. No hay razones fundamentadas para afirmar que el precio del petróleo no pueda permanecer en los niveles actuales durante 1 o 2 años, ante el persistente control de la producción, la paralización de las inversiones en capacidad productiva y el lento desarrollo de las alternativas renovables. Preocupan los efectos de segunda ronda por la subida de los salarios en Estados Unidos y en menor medida en la Eurozona. Están subiendo los salarios unitarios ,.cuando todavía los niveles de desempleo son altos. En España, en el último trimestre, los salarios han triplicado (1,8%) el IPC (0,6%). En Estados Unidos los empresarios manifiestan que les está haciendo difícil cubrir las vacantes de nuevos puestos, más cualificados, incluso con mayores salarios.
Sorprende que China, que ha sido en las dos últimas décadas principal factor de contención de la inflación global, esté en estos momentos exportando inflación al resto del mundo, con precios industriales que aumentan entre el 7% y el 9% interanual. La pandemia ha impactado en el equilibrio entre seguridad y eficiencia. La seguridad ha ganado puntos a costa de la eficiencia. Lo cual implica mayores costes, mayores precios y más inflación. Un ejemplo es el cambio que se está produciendo en las cadenas de suministro globales, mediante su renacionalización, diversificación y aproximación. Se está primando la seguridad del suministro a cambio de una menor eficiencia y un mayor costo. Otras tendencias como la desglobalización y el renacido proteccionismo son otros factores estructurales que atentan contra la eficiencia y pueden ser un factor desencadenante de mayores costes, mayores precios y más inflación de costes en los próximos años. Son nuevos y cambiantes escenarios que introducen incertidumbre en las decisiones públicas y privadas y que exigen nuevos esquemas de análisis y una permanente observación, seguimiento y anticipación.
También te puede interesar
Lo último