La ventana
Luis Carlos Peris
La Ruta de los Belenes
Tras un camero aparece un palaciego como únicos sevillanos aspirantes al deseado Balón de Oro. Estuvo en la lista Sergio Ramos y figura en la de ahora Fabián, un sevillista y un bético. El primero estuvo en esa lista cuando defendía la camiseta del Real Madrid y el bético está en ella por sus grandes prestaciones en el PSG. Dolorosamente, ninguno ha llegado a tan altas instancias defendiendo el escudo de su corazón, la camiseta con la que se formó. Tuvieron que emigrar para llegar adonde han llegado, lo que provoca añorar el hecho de que no hayan alcanzado esa cota jugando en Sevilla.
Con Fabián, tras el fiasco de la pobre venta de Ceballos, se da la circunstancia de haber sido el futbolista que abrió la manera de resarcirse tras una larga noche de suspensión de pagos como fue la herencia de un lóbrego pasado. Curiosamente, el hombre que propició su éxito como verdiblanco fue el injustamente denostado Quique Setién al evitar que se fuera traspasado al Barcelona por sólo un millón de euros.
El Barça, que había seguido sus pasos en Elche, lo quería para el filial y Setién se negó, sobre todo tras el golazo que le hizo en Catania a su hoy compañero Donnarumma. Fue al Milan que a la sazón dirigía un Vincenzo Montella que cuatro meses después volvía a ser víctima del palaciego en un derbi. Fabián se fue al Nápoles dándole mucho oxígeno a la tesorería bética y ahora triunfa en París hasta figurar en lo más alto de la élite mundial. ¿Volverá algún día?
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