El Betis de la cuarta modernización -¿o será la quinta?, que ya me pierdo- inició su andadura con la puesta en escena de la nueva estructura de su área deportiva, ésa misma que en su cúspide mantiene a nombres tan ligados al pasado como José Miguel López Catalán, Alexis Trujillo, Ángel Luis Catalina o Jesús Sánchez... Curiosa manera de iniciar una etapa distinta, más si cabe tras arrinconar a un símbolo como Lorenzo Serra Ferrer, el artífice principal de una plantilla envidiada por muchos en la Liga.

El rescate del mito en tiempos de necesidad ha acabado, como algunos ya apuntaron pese a los disparos de los de siempre, en un divorcio alentado por el mismo Betis. Los hombres que no eran de fútbol ya sí dicen manejar las claves de este absorbente y enrevesado mundo, donde las apariencias no son en la mayor parte de las ocasiones lo que parecen y donde los eufemismos, desde el Big Data a la necesaria ampliación de la red de ojeadores, sólo esconden los deseos de ejercer el poder.

Pero en el fútbol, y bien que lo deben saber tanto Ángel Haro como López Catalán que lo emplearon como eslogan no hace demasiado, de poco valen las palabras -más allá de ganar tiempo en las épocas sin pelota de por medio- y sí los hechos, que serán los que acaben juzgando la necesidad y eficacia de estos anunciados cambios para dotar al club de una estructura permanente, en el enésimo intento de conseguirlo en la última década.

Tras la conferencia de prensa de Haro y Catalán, las posturas se mantienen firmes. Aquellos que creyeron en el mensaje y las actuaciones de Serra Ferrer no entendieron esa enconada postura por apartarlo del Betis; los que siempre se muestran a favor de los dirigentes, hasta en sus contradicciones más profundas, pretenden pasar raudamente esa misma página que antes dejaron abierta para personajes que auspiciaron las actuales batallas... Y en el fondo todo no deja de ser un problema de comisiones... deportivas.