Análisis

Juan Pinto

Ser exigente

El bético exigente entiende que criticar la gestión deportiva no es atacar al Betis

El Betis camina en el presente curso por la mediocridad más absoluta. La eliminación en dieciseisavos de final de la Copa del Rey por el Rayo Vallecano y el actual puesto decimotercero en la clasificación provocan desazón y hastío en la afición verdiblanca, que ve cómo el crecimiento deportivo, el que vale, no acaba de llegar por ahora. Y dentro de esa parroquia hay una corriente de aficionados cada vez mayor que se rebelan ante tanta vulgaridad, que siguen abriendo los ojos, que no quieren conformismo y no tragan con todo, y buscan un único fin, abandonar el Betis de siempre para dar paso a un Betis campeón. Es la figura del bético exigente.

¿Y cómo es el bético exigente? El exigente es inconformista, quiere más y más; no vive en el victimismo constante; prefiere buenos jugadores antes que buenos despachos; le rechinan frases como que "el Betis siempre vuelve", porque significa que siempre se va; el exigente no quiere hacerse del Madrid para ganar títulos; el exigente se da cuenta de cómo la clase dirigente de su equipo ha usado muchas veces, no ahora, también en el pasado, el sentimiento bético de apoyar al Betis para seguir en la poltrona y tapar gestiones deportivas mediocres. Y hay más: el bético exigente es el que tiene claro que criticar la gestión deportiva del dirigente de turno no es atacar al Betis; el exigente es el que sólo entiende el Manquepierda si va ligado a un Betis campeón; el exigente ve cómo en 2020 todos los clubes crecen en presupuestos e infraestructuras y no traga con el crecimiento económico, de infraestructuras o clasificaciones ficticias y al margen de la única que vale, la de la Liga. El exigente entiende que su club debe respirar fútbol y Betis en cada esquina para que no haya relajación alguna en los profesionales del terreno de juego y éstos bajen su rendimiento tras llegar de triunfar en otros clubes al percibir el ambiente que se respira en Heliópolis (ha pasado en infinidad de ocasiones en diferentes etapas de la historia bética y sigue pasando); el exigente es el que quiere un cambio de mentalidad e idiosincrasia en su club en busca de ese gen y ADN ganador y competitivo tan necesario para crecer; el exigente es el que quiere que se respeten a los símbolos y leyendas que tanto le dieron a su club en busca de un Betis campeón; es el que vive el Betis 24 horas al día pensando en cómo hacerlo cada vez más grande; es el que desea que su club esté perfectamente representado por sus dirigentes en todos los campos y estamentos del fútbol español para ser una entidad respetada. El bético exigente no es de nadie, ni de Lopera, ni de ABA, sólo del Betis y sin ningún interés, está cansado de tanta paciencia, de excusas infinitas, de ver cómo las vitrinas siguen sin abrirse, de cómo se justifica todo para seguir navegando en la mediocridad...

Eso es ser exigente, sin más. Una forma más de vivir, entender y amar el Betis encaminada sólo hacia lograr grandeza deportiva, cambiar la historia de una vez por todas, ser un club donde ganar sea algo habitual, con viveza y maldad competitiva. En definitiva, lo que de verdad debe ser el Betis, ese Betis que sea un orgullo para su gente, el campeón, con exigencia.

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