Análisis

Gumersindo Ruiz

Una historia de agua: el mar (I)

EL problema de agua se da en zonas donde hay escasez con relación a las necesidades de la población y uso productivo, y amplios territorios en los cinco continentes no tienen esa preocupación porque son áridos y despoblados. (wri.org/aqueduct). En España el problema en una escala de cien a cero es de un estrés de 80%; las provincias insulares carecen secularmente de agua, Lanzarote donde en 1964 se instaló la primera planta y Formentera, dependen de la desalinización. Hay un estrés muy alto en Andalucía, sudeste y centro; el resto es alto o medio alto (entre 40 y 80%); sólo es bajo o muy bajo (de 20 a 10%) en parte de Galicia, Asturias, zonas del este peninsular de Comunidad Valenciana y bajo Aragón, norte de Extremadura y Castilla y León fronterizas con Portugal. En conjunto España ocupa una mala posición de 28 en una escala mundial de 164, de peor a mejor.

Esta información se refiere al hecho objetivo de que no hay agua suficiente, no al suministro. La primera idea que sacamos es que la población y actividad empresarial no ha seguido una lógica de escasez o abundancia de agua, como ejemplo, en el principal país productor del mundo de cerveza, México, las cerveceras están en el norte, sin agua, y no en el sur, donde hay abundancia, aunque, claro, Heineken no va a mudar sus plantas, así como así. No tener en cuenta el agua es lo que ha ocurrido con la expansión de la agricultura en el sudeste de España, pero esta es la situación a la que se ha llegado y hay que ver cómo remediarlo, con un esfuerzo no sólo público sino del sector privado.

En España las desaladoras son del Estado, a través de la empresa pública Acuamed, excepto Cataluña (ACA) y Baleares (ABA). De Castellón a Cádiz, y en Canarias, las 765 plantas, 360 de mar, 405 de agua salobre, producen agua suficiente para abastecer la población, aunque las necesidades de la agricultura crecen, y si en 20 años el incremento de agua para la industria ha sido cero, y 100 para el abastecimiento (ya a la baja), la agricultura ha supuesto 200 (y al alza). Aunque la desalación pasó un mal momento con los intentos de privatización y las conflictivas adjudicaciones asociadas a la trama Gürtel, eso es agua pasada, y el Ejecutivo continúa con el impulso que dio el gobierno de Rodríguez Zapatero con 1.700 millones de fondos FEDER construyendo nuevas desaladoras y aumentando capacidad; en Torrevieja está la mayor desaladora de Europa, y España es ahora el cuarto país en desalación del mundo.

En el extraño nuevo libro de Edward Wilson-Lee –A History of Water (Harper Collins)– dos personajes en el siglo de los descubrimientos, el erudito archivista Damian de Góis y el aventurero y poeta Luis de Camoens, reflejan dos visiones opuestas de la globalización, pues mientras Camoens escribe una gesta épica del descubridor que impone su visión del mundo, de Góis se lamenta por la oportunidad perdida de conocer e incorporar la riqueza espiritual y material de esos países, la pérdida en definitiva de la pluralidad. Pero sin duda nos lleva también a pensar en el mar por donde se transportaban personas, bienes e ideas, lo que era fuente de progreso y conflicto; el mar a cuyas aguas ahora se vuelve la mirada con miedo, esperanza, y afán de sobrevivencia.

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