El mercado del pentagrama: los fichajes en las bandas de música

La realidad siempre nos sorprende. Y en ocasiones es muy bueno que ocurra. Incluso saludable. Estábamos temiendo un problema grave de inseguridad en la Semana Santa cuando nos acabamos encontrando uno de convivencia por culpa de las dichosas sillitas. Los balances estuvieron marcados por eso tan viejo como la mala educación. ¿Y los días posteriores? No se para de hablar de los fichajes de nuevas bandas musicales. ¡Vengan comunicados anunciando que tal o cual formación deja una hermandad por otra! Todo muy cordial, o eso dicen. En la sublimación de los aspectos secundarios, los costaleros y las bandas no hacen más que coger fuerza. Claro, lógico, si se rebela el tío que porta el Simpecado no pasa nada. ¿Se imaginan que el brigada Rafael hubiera vivido este mercadeo de fichajes? Acaba la Semana Santa y es como cuando llega el invierno y se abre de nuevo el período de despidos y contrataciones. Y si quitamos una banda de cornetas y tambores por una de música tenemos hasta debate y todo. El mercado del pentagrama se ha puesto más de moda que nunca tras el Santo Entierro Grande.

Hace unos 25 años se nos advirtió del fenómenos del bandismo. Fue nada menos que un grande de la Semana Santa del sigo XX, don José Sánchez Dubé, quien alertó de un hecho entonces emergente. Acertó. Y hasta se pudo quedar corto. Hoy vemos que las bandas contratadas llevan su propio responsable de redes sociales para efectuar las grabaciones de las chicotás memorables y usarlas con legítimos fines publicitarios. Distinto es si el tío del teléfono se coloca delante de la presidencia estorbando más que una roca en la playa, pero también lo hacen los cangrejeros y nos quejamos tanto.

El denominado bandismo interesa y mucho. No es una lacra, es un fenómeno. Si contiene excesos, no serán más o menos preocupantes que otros fenómenos. Bienvenida sea la música cuando hace el bien y ayuda a comprender mejor la razón de ser de la Semana Santa. Si se queda en afición pura y dura, habrá que pensar (siempre en positivo) aquello que dijo el cura Peinado, pregonero de la Semana Santa. Cualquiera puede sentir un instante de espiritualidad ante un paso de palio. ¿Quién tiene derecho a privar a alguien de ese momento? ¿Y si la música ha ayudado a generar ese pasaje? El mercado de fichajes de las bandas es la continuación del de los capataces. La música gana terreno. Porque capta público, genera seguidores, atrae a la gente más joven. Formar parte de una banda supone un compromiso para todo el año que exige seriedad, perseverancia y disciplina. Es una maravilla ver a los jóvenes acudir con puntualidad a sus ensayos durante todo el curso, empleando un tiempo que le quitan a actividades de ocio, sentirse parte de un colectivo, hacer caso del director, desarrollar un sentido del compañerismo... ¿Les parece poco con lo que vemos en la sociedad de hoy? A lo mejor hay quienes no les gustan ciertos detalles del bandismo, pero el fondo es bueno. Muy bueno.

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