Análisis

José Antonio Fernández Cabrero

Hermano mayor de la Macarena

Error y progreso

Las hermandades, y con ellas todos los cofrades, debemos dar testimonio, no espectáculo 

La Virgen de la Esperanza en su camarín.

La Virgen de la Esperanza en su camarín. / D. S.

En las hermandades, la realidad, por dura que sea, sólo nos ofrece dos opciones: asumirla e intentar superarla; o bien, gastar energías en lamentarse sin cambiar nada. Como esta segunda opción no entra en mis planes, me centraré en los cofrades que se preocupan por mejorar la vida de las hermandades y conducirlas con buen gobierno.

Considero que los problemas, en todos los ámbitos de la vida, también en las hermandades, nos enriquecen ya que exigen de nosotros creatividad y valentía para resolverlos; y si no lo logramos, fracasaremos con éxito, ya que nos permitirá aprender de los errores. Porque la sabiduría se construye no sobre aciertos, sino sobre errores, y en este mundo de las cofradías se nos exige siempre no cometerlos pensando que eso garantiza la estabilidad. En este sentido, defiendo el derecho al error en nuestras hermandades como palanca de progreso de las mismas, y lo hago porque creo en la presunción de la buena voluntad con que se toman determinadas decisiones. Negar este derecho nos conduce a la necrosis de las hermandades, entidades que deben rebosar vida en lugar de convertirse en momias ensimismadas. El axioma del “esto siempre se ha hecho así” no da carta de naturaleza al inmovilismo. Por el contrario, un gobierno inteligente de las hermandades sería aquel que colocara a este axioma signos de interrogación: ¿Por qué se ha hecho esto siempre así?. Estoy seguro de que estos dos signos de interrogación provocarían más progreso y mejora que tantas tertulias vacías y debates estériles.

Gobernar una hermandad es, además, un encuentro que debe cambiarnos para volvernos más dúctiles. Dirigir una hermandad sin escuchar a nadie nos conduce al fracaso; hacerlo escuchando a todo el mundo por igual también nos lleva al fracaso. Se trata, en mi opinión, de saber escuchar y dilucidar quién nos puede aportar qué para un mejor gobierno de la hermandad. ¡Ojo!, esto no significa abandonar la fraternidad y el diálogo entre hermanos ni ningunear a nadie, sino saber tasar las opiniones en su justa medida.

Asuntos tangenciales

Son pocos los que hoy se preguntan ¿por qué tengo que gobernar en mi hermandad? ¿Qué se puede mejorar? ¿Cuál es la alternativa? ¿Tengo que ser yo? Hacerse estas preguntas evidencia ser conscientes de que hay muchos que podrían hacerlo mejor que yo al frente de una hermandad, y eso es una señal de inteligencia, además del más exigente compromiso por entregar lo mejor de nosotros mismos.

Asuntos tangenciales ocupan demasiado interés y se les da demasiada publicidad; otros asuntos técnicos, como la carrera oficial, los horarios y las sillas, son los grandes temas, a veces, de las cofradías. Creo que no estamos a la altura, a veces, o muchas veces, seamos sinceros. Porque estos temas accesorios dan lugar a confundirnos de los auténticos objetivos en la vida de las hermandades y cofradías.

Los lobbys de opinión cofrade

Con igual intensidad que defiendo el derecho al error, rechazo el gobierno de la conveniencia por el que se toman decisiones, o se dejan de tomar, para que haya un aplauso social generalizado o de determinados lobbys de opinión cofrade. Renunciar por este temor no nos ayuda a contribuir a la grandeza que exigen nuestras hermandades y a un desarrollo social de la Iglesia. Las hermandades, y con ellas todos los cofrades, debemos dar testimonio, no espectáculo. También me espanta que podamos estar dando “respuestas del ayer a problemas del mañana”. Entre medias en las hermandades se nos cuelan los “listillos” que las utilizan para sus intereses particulares.

“Te complicarás la vida pensando así, Cabrero”, me dijo un amigo al que le comenté algunas de estas convicciones. “Ya lo sé”, le dije. Lo sé porque ya me la he complicado, y para eso estoy aquí, para seguir complicándomela. Por eso le pido a Dios que siga cometiendo errores, ya que eso indicará que continúo intentando mejorar mi hermandad y transitando nuevos e inconvenientes caminos. Quizás me interesaría mirar para otro lado, pero no hemos venido a las hermandades para eso.

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