Tribuna Económica
Carmen Pérez
Diagnóstico, pero recetas al cajón
Con los dos ojos en el crono y acordándose de toda la parentela del VAR es como acabó el Betis la odisea moldava. Odisea motivada en grandísima parte por un desastroso primer tiempo contra un equipo de bajísimo nivel y que tenía como aliado el pasto, alto y rugoso, con lo que la circulación de la pelota era lenta o desacertada para solaz de los moldavos. Y así acabó una primera parte tediosa, sin ocasiones y con el primer error del VAR.
Ocurría mediante una tarugada de Smalenea que aprovechó limpiamente Bakambu para que el VAR dictaminase mano del congoleño. Era la primera decisión desfavorable, ya que la segunda sería la de no mostrar la segunda tarjeta a Bors, martillo para Diao en toda esa fase. Pero no valen excusas, ya que el Betis no proponía nada que mereciese la pena. No daba dos pases seguidas y parecía que aquello se jugaba a algo distinto, algo en lo que no hay porterías.
Entraron en el descanso Altimira y Abde para que todo cambiase de forma notoria. Y era el Betis quien imponía su ley, ya que ambos se dejaban notar y hacía que los moldavos volvieran a la realidad. Bakambu aprovechó una desaplicación defensiva, se plantó ante Smalenea y lo batía con clase. Y a todo esto desbordaba Abde por su banda para provocar un penalti clamoroso que el árbitro sancionó de inmediato, pero quedaba la última opinión, la del VAR, y donde dije digo...
Podía haber sido el tanto que evitase las situaciones vividas en el tramo final con gol incluido local que árbitro y VAR invalidaron. Añoraba el Betis la ventaja que debió tener para evitar el sofocón de diez minutos de cafinitrina bajo la lengua. Era de vital importancia el triunfo y parecía estar en tenguerengue con los moldavos queriendo salvar la honra. Al final valió el gol de Bakambu y el Betis continúa vivo en Conference, lo que es para darse con un canto en los dientes.
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