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DESDE hace años son una referencia en el campo de la gestión cultural las acciones llevadas a cabo para la restauración de la Catedral de Vitoria. Después de un primer momento de reflexión, se constituye una Fundación a finales de 1999 (www.catedralvitoria.com) para el control y gestión de todo el proceso que se preveía largo. Una política de difusión de las propias obras y de programación de actividades, en las que, al modo del viaje de Ulises a Ítaca, los propios incidentes, la complejidad y el rigor científico, han sido transformados en elementos de conocimiento y divulgación para propios y extraños, para escolares y expertos. Bajo el lema "Abierto por obras", la Catedral de Vitoria ha conseguido convertirse en un elemento apreciado por todos.

Esta metodología ya había sido probada en Italia y fue adoptada con éxito en Sevilla para las obras de restauración de la Iglesia de El Salvador. Se ha demostrada idónea para afrontar un proceso largo de obras y conseguir que la población se vincule a dicho proceso, al conocerlo, visitarlo y además convertirse en un atractivo de la ciudad. Ken Follet, autor del conocido libro Los pilares de la tierra, en una vista a Vitoria, comentó que "ojalá hubiera conocido esta restauración a la hora de escribir mi libro". El impacto que le produjo la contemplación de las obras, le ha hecho volver a Vitoria a primeros de 2008 y presentar su nuevo libro en la capital alavesa, a la que se ha vinculado personalmente.

Sevilla afronta en los próximos años múltiples obras relevantes, que podrían adoptar una metodología de gestión y realización semejantes. Entre ellas, junto al complejo de San Luis y el Museo Arqueológico, destacan las obras del CaixaForum en las Atarazanas, la ampliación del Museo de Bellas Artes y las de la Real Fábrica de Artillería de San Bernardo. Los presupuestos alargados en las distintas anualidades, la propia complejidad de las obras, que obligará a fases y periodos de reflexión en el mismo desarrollo de los trabajos, puede producir una sensación de elementos herméticos, cerrados, desconocidos y de los que la población tienda a desvincularse y a no entender algunas de las decisiones adoptadas. Una estrategia de "puertas abiertas" permanente, con visitas y actividades programadas y concertadas, es seguro que permitirá que todos estemos más próximos a los distintos procesos y que en los barrios del Postigo, del Museo y de San Bernardo, las obras no sean una carga, sino un aliciente. Baste recordar el éxito de las visitas a la Iglesia de El Salvador y las colas para visitar las obras finalizadas del Palacio de San Telmo. Aunque puede añadir complejidad a las obras, se ha comprobado que los resultados son óptimos.

Y si algún edificio es especialmente apropiado para este modelo, es sin duda el de la Fábrica de Artillería de San Bernardo. Lo primero que hay que conseguir es que el complejo monumental, su historia y su realidad, sean perfectamente conocidos, así como el propio proceso de decisiones y actuaciones. Es la mejor garantía de su protección y mejor destino.

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