La ciudad y los días

carlos / colón

Adviento

LA Sevilla de las hermandades, una entre las muchas Sevillas posibles, tiene su propio calendario litúrgico. La Navidad entrará en Sevilla este año el sábado 14 de diciembre, fecha de inicio del besamanos de la Esperanza Macarena. Y lo hará por donde suele, por el Arco de en el que está escrito Ella es Tabernáculo de Dios y Puerta del Cielo.

La Cuaresma empieza el seis de enero en San Lorenzo, abiertas de par en par las puertas de la Basílica abarrotada, triunfal en su luminoso altar de quinario el Señor revestido de la gloría epifánica de su túnica neomudéjar que, por acrecentar su riqueza oriental, nos gusta más llamar persa.

El tiempo de Gloria empieza cuando entran el Gran Poder y el Calvario a la misma hora en que la Esperanza enfila triunfal y resurreccionalmente la calle Feria. Ya dijo Rodríguez Buzón, en la Letanía de su pregón, que la Macarena es la Giralda en repique de alegría. Y acertó: la Esperanza es el eco invertido, que no repite el sonido sino que lo anticipa, que anuncia el repique de la medianoche del Sábado Santo.

La Semana Santa empieza y termina, eso sí, con la Borriquita y la Soledad de San Lorenzo. Pero se vive desde que los esplendorosos altares de los triduos, quinarios, septenarios y novenas traen a los fríos de enero y febrero las cálidas luces de marzo; desde que Jesús Nazareno comparece en San Antonio Abad haciendo ciertas las palabras de Romero Murube en su Sevilla en los labios, que tanto cito porque tanto admiro: "… Todo está inundado de lumbre amarilla… Llegan ecos indecisos, vagos, de cornetas, sueños, procesiones… Ha llegado la luz y el viento de la Semana Santa. Por esta vira de oro de la tarde de marzo viene Jesús Nazareno".

Como el Adviento que hoy empieza en la Iglesia universal, abriendo el año litúrgico, llegó a Sevilla con el besamanos de la Amargura el 21 de noviembre, y para que no quede sin realce cofrade un día tan señalado, la Hermandad del Calvario pone en besamanos a su delicada y tímida Virgen de la Presentación. Coro bajo de la Real Parroquia de Santa María Magdalena, blandones, manto de Juan Manuel y, como apresada por él, esta Virgen sencilla, dulce y huidiza que cuando la separan del Calvario -en su triduo, en su besamanos o en la Madrugada- parece no desear sino que acaben de honrarla tanto para volver a los pies de la cruz desde la que su Hijo reina con una serena majestad que ningún otro crucificado tiene.

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