La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

¿Ahora os da por la esencia?

El Ayuntamiento dice que no se debe desvirtuar la esencia de Sevilla tras ignorar y despreciar esta escurridiza cuestión

Leo: "Pacto para blindar el turismo". Y me pregunto: ¿y a Sevilla quien la blinda contra la saturación de bares, restaurantes, veladores, hoteles, pisos turísticos, comportamientos groseros de quienes mandan porque pagan, ruidos, pestes o conversión del centro histórico en un parque temático?

Leo que en la presentación del decálogo para impulsar el turismo desde el consenso el delegado de Hábitat Urbano, Cultura y Turismo proclama que "el turismo es un sector económico estratégico" y que en el decálogo se dice que "la ciudadanía debe ser consciente de las oportunidades económicas, laborales y sociales que representa el turismo". En esto estamos todos de acuerdo sin la menor sombra de discrepancia. Los números son los números y la realidad es la realidad. El problema es que a continuación se le dice a la ciudadanía que todo se hará "sin ver disminuida su calidad de vida". Y en esto sí que hay discrepancia. Basada en experiencias personales cotidianas tan objetivas, reales e incontestables como los números.

En otro punto del decálogo se incurre en una contradicción al invocar un principio de difícil objetivación: "Sevilla tiene aún capacidad de crecimiento, pero se debe gestionar sin desvirtuar la esencia de la ciudad". Es una contradicción porque desde el Ayuntamiento y los auto considerados sectores progresistas se ha utilizado lo de la esencia contra cualquier crítica o incluso comentario sobre cuestiones referidas al patrimonio histórico y cotidiano de la ciudad. Y porque se apela a un concepto fuertemente subjetivo de casi imposible objetivación. ¿Cuál sería esta "esencia"? Según la RAE esencia es "aquello que constituye la naturaleza de las cosas, de lo permanente e invariable en ellas" y "lo más importante y característico de una cosa". La cuestión de la esencia de Sevilla, que tiene ya más de un siglo, hace muchos años que no interesa a casi nadie y se considera cosa reaccionaria. Ni tan siquiera interesa conocer sus textos esenciales desde Izquierdo, Cansinos Assens y Chaves Nogales hasta ese último mohicano que fue Romero Murube, de cuya muerte se cumplen 50 años. En la ciudad del crecimiento imparable de los centros comerciales sobre los que ayer escribía el compañero Juan Parejo, el centro histórico se ha convertido en un centro comercial más. El problema, además de su degradación por omisión municipal, es que en él viven vecinos. Al menos de momento.

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