Cuchillo sin filo

Francisco Correal

fcorreal@diariodesevilla.es

Albinoni, Altobelli, Andreotti

Google y Wikipedia deben ser un medio, no un fin, no pueden sustituir a la memoria

El silogismo es una construcción perfecta del pensamiento. Se formula como la regla de tres, pero mediante conceptos en lugar de con números. Nunca olvidaré al profesor de Filosofía que nos enseñó esta manera de razonar. Olvidé su nombre, pero no su apodo, el Colonio. Ni tampoco en un arrebato de furia profesoral, ante una muestra de desacato, el sopapo que le soltó a Antonio Godoy, un vecino de mi calle Goya al que años más tarde reencontré reparando unas máquinas expendedoras del cuartel del paseo de la Castellana donde yo hacía la mili.

El otro día recordé un silogismo perfecto planteado por Diego Armando Maradona. Cuando jugaba en el Sevilla, al término de un entrenamiento, los periodistas le preguntamos su opinión sobre la imputación del futbolista argentino Caniggia en un caso de tenencia de estupefacientes. Rápido con la palabra como con el balón, Maradona respondió: "El día que los periodistas le pregunten al Papa sobre Andreotti, me preguntáis por Caniggia".

Quise contárselo a alguien pero en esa regla de tres con palabras que es el silogismo me faltaba la X. Tenía al Papa, que era Juan Pablo II, tenía a Maradona y a Caniggia, pero no me venía el nombre del político democristiano, con lo que me chafó el relato. Lo fácil habría sido tirar de Google o Wikipedia, verbigracia: político democristiano corruptelas. Estas herramientas tan útiles, tan inmediatas, se están cargando la memoria. Me negué en redondo y empecé a bisbisear como en un rezo de vísperas apellidos italianos de futbolistas, artistas, músicos, cineastas, escritores: Montanelli, Collovati, Albinoni, Pasolini, Altobelli, Donadoni, Rosellini, Brunelleschi, Malatesta, Garibaldi, Bertolucci… y de pronto se vio la luz: Andreotti. Y sin el comodín del comodón.

Imagino que la Enciclopedia de Diderot y D'Alembert era para cíclopes y la Wikipedia usada como fin y no como medio, es decir, como sucedáneo de la memoria, es para pigmeos. Tú cruzas los datos de veinte entradas de Google y te sale una tesis doctoral o un best seller. Por eso la novela se murió con Tolstoi, Clarín, Dickens y Stendhal.

¿Cómo va a ser igual un whatsapp que oír la voz de tu interlocutor? Creo que lo dijo Goethe: "Hablar es una necesidad, escuchar una obra de arte". Sin la voz, en el silencio de los pitidos de ese submarino de palabras, una declaración de amor puede acabar en declaración de guerra. ¿Por qué la gente se atropella hablando en la televisión, se quitan la palabra unos a otros? Porque el zapping los puede silenciar. Antes, además de que sólo había un canal (desde 1966, el UHF, y no en todo el país), si querías apagar el televisor tenías que levantarte del sofá. Por eso la gente que vivía en la tele, en blanco y negro, no se trompicaba hablando, fuera La Clave, Estudio 1 o Crónicas de un Pueblo. Hasta los puñetazos de Bonanza eran de arte y ensayo.

La culpa ha sido de Andreotti. Y del Colonio, por hacernos disfrutar con los silogismos. Hasta le perdono que me perdiera la boda de mi tía Paqui con mi tío Ángel por un examen de Filosofía. Luna de miel con Kant y Hegel.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios