TREINTA años se cumplen de los primeros ayuntamientos democráticos tras el franquismo. Cogiendo al vuelo la efeméride, la Diputación de Sevilla firmó un convenio con Cajasol para poner en común 540.000 euros que permitan desarrollar Historias de Vidas, un archivo documental y audiovisual sobre todos los hombres y mujeres que son o han sido alcaldes en los municipios de la provincia. La memoria histórica de los protagonistas del poder local, su punto de vista sobre la transformación de la vida en los pueblos y el anecdotario de su propia intimidad familiar en ese contexto.

Bien está perpetuar los hechos, datos, impresiones, análisis y opiniones de quienes han ganado la confianza de sus vecinos en las urnas para gobernarles. Y en los pueblos se vive ahora mucho mejor que hace 30 años, no sólo por sus alcaldes, sino por las inversiones y los impuestos de todo un país y de medio continente (europeo). Pero a la hora de aportarle a la sociedad un fondo documental con el fin de elaborar la Historia de todos, los alcaldes no pueden ser la única fuente. Ni aunque los haya de diversos partidos. Todos son mandamases que necesitan contrapoderes para no acabar emulando a los caciques del pasado.

Uno de los rasgos esenciales que diferencian a una sociedad democrática de otra bajo el despotismo ilustrado es la fortaleza social para establecer los contrapesos y correcciones al poder. Por ello, animo a Diputación y Cajasol a favorecer archivos modernos que recojan todas las vertientes de la historia contemporánea de los sevillanos con el material que pueden aportar todos sus sectores sociales y económicos. No será lo mismo glosar la especulación urbanística, la construcción de miles de casas ilegales o los casos de corrupción que han llegado a los tribunales, por citar sólo algunos de los muchos temas incómodos al gobernante, si el municipalismo queda jibarizado a la historia de sus alcaldes contada por ellos.