Rafael Cómez

Rafael Cómez-Historiador del Arte

Alcázar de Sevilla, ¿parque temático?

El autor reflexiona sobre los distintos usos del monumento

Jardines del Real Alcázar, con el Cenador de Carlos V a la izquierda de la imagen.

Jardines del Real Alcázar, con el Cenador de Carlos V a la izquierda de la imagen. / M. G.

Desde el siglo XIX el palacio real de Sevilla ha sido para muchos un Alcázar de leyendas: el Duque de Rivas, Verdi, Richard Ford, Fernán Caballero, Benedetto Croce entre otros, contribuyeron a difundir su imagen. Sin embargo, de ahí ha derivado en el siglo XXI a convertirse en un Alcázar parque temático so pretexto de difusión cultural.

El VIII centenario del nacimiento de Alfonso X el Sabio dio lugar a doscientas cuarenta visitas teatralizadas, a las que seguirían otras referidas a Pedro I el Justiciero, después vendrá Magallanes y así hasta llegar este año a los carteros de los Reyes Magos en la forma de los reyes Almotamid, Pedro I e Isabel la Católica.

No nos referiremos a otros eventos de todo género y condición que tienen lugar en el ámbito palaciego donde, por otra parte, el cine y las series televisivas tienen preferencia. Y sin olvidar las magníficas y respetuosas secuencias de Lawrence de Arabia debemos recordar que Harén (1986), del director William Hale, protagonizada por Ava Gadner y Omar Sharif, ambientada en la decadencia del imperio otomano, convertía el Pabellón de Carlos V –hoy en lamentable estado de conservación– en cuadra de caballos.

Creíamos que el parque temático se reducía al vituperado barrio de Santa Cruz aunque su extensión llega ya al vecino Alcázar Real. Todo esto bien a cuento de ciertas banderolas que cuelgan en las avenidas de Sevilla con el siguiente reclamo: "Cuando el sol se pone se enciende la Historia. Real Alcázar de Sevilla. Naturaleza encendida.com". Este anuncio nos pone en aviso de que algo que considerábamos un proyecto es hoy día una absoluta realidad: la iluminación nocturna de los jardines del Alcázar de Sevilla con lámparas led en unos programas que con el título de Naturaleza encendida pretenden ofrecer un espectáculo de luz y sonido a través del jardín inglés, el jardín de los poetas y el jardín de las damas.

En fin, las 70.000 hectáreas de jardines del Alcázar dan para eso y mucho más. Nos quieren contar la larga y compleja historia del primer monumento civil de la ciudad en ese ámbito que hemos conocido en el silencio de la noche, acompañado a lo sumo por los armoniosos conciertos estivales de música antigua. Curiosamente, el viaje islámico comienza en el jardín inglés, el favorito de su majestad Victoria Eugenia de Battenberg.

El Renacimiento nos llega en el jardín de las damas donde hemos gozado tanta veces del órgano hidráulico de la Fuente de la Fama para alcanzar, por fin, a los poetas de la generación del 27 en el jardín de los poetas, precisamente, aquel espacio soñado por Joaquín Romero Murube.

Suponemos que todo ese artificio llamado Naturaleza encendida necesita de materiales, cables, focos y altavoces para conseguir el fin perseguido. No obstante, el encanto nocturno de los jardines alcazareños son el silencio y la luz tamizada en que pueden contemplarse.

Nos preguntamos si toda esa parafernalia no afecta a la fauna y la flora de ese inmenso oasis de paz que significan los jardines del Alcázar, algo único en el conjunto de los palacios reales españoles y extranjeros por su proverbial variedad de especies vegetales a las que podemos añadir además las aves y peces. No dudamos que los patos y pavos reales se espantarán con el espectáculo de luz y sonido denominado Naturaleza encendida porque ellos como sus compañeros los pájaros y palomas no han visto jamás a la naturaleza encendida.

Nos preguntamos si nuestros ediles y sus consejeros culturales han pensado alguna vez en las consecuencias de tales espectáculos de cara a la naturaleza. No sabemos quiénes se responsabilizarían de los perjuicios sobrevenidos en un medio ambiente que goza de perfecta vida. Sin que seamos ecologistas consideramos que la contaminación lumínica y acústica afectaría a la fauna de los jardines del Alcázar. Algunos deberían pensar que los jardines son también monumentos, monumentos naturales, monumentos de la Naturaleza y por esa razón son considerados bienes de interés cultural (BIC) que deben ser preservados. Si no establecemos estas premisas todo lo que nos cuenten de la Historia del Alcázar con luces y proyecciones parece prescindible.

Sorprende que nadie haya levantado la voz sobre este nuevo espectáculo de luz y sonido. El año pasado el mapping pasó del Ayuntamiento a la ribera del Guadalquivir. Ahora lo encontramos en el ámbito más recoleto del Alcázar.

Nos preguntamos qué diría hoy el poeta conservador de sus jardines, el eximio Romero Murube. Nos preguntamos qué escribiría el enamorado de la naturaleza, Manuel Ferrand, cuya prosa poética cantó todos los jardines de la ciudad. El romántico Duque de Rivas queda ya muy lejos de nuestro siglo cuando expresaba:“Magnífico es el AlcázarCon que se ilustra SevillaDeliciosos su jardines,Su excelsa portada, rica.”

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