ASÍ como en estas noches atrás, el personal se ha ensimismado mirando cómo en el negro celaje se sucedían las lágrimas de San Lorenzo, esos chispazos siderales con nombre de tragedia griega, las Perseidas, en esta noche de víspera de la Virgen puede entretenerse con otra visión. Es una imagen antañona y, por tanto, en declive, apuntando al desuso de forma clara. Se trata de contemplar cómo familias enteras bajan del Aljarafe en tácito peregrinaje rumbo a las plantas de la Virgen de los Reyes. Por caminos y veredas bajan en grupo para cubrir unas decenas de kilómetros por Caño Ronco o el Caracol, desde Salteras o Valencina, desde Olivares o Albaida, desde cualquier núcleo urbano del hogaño pobladísimo Aljarafe. Es una imagen anacrónica, claramente de otro tiempo ya muy lejano, pero del que se conservan vestigios como éste de esta noche Aljarafe abajo.
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