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José L. García Del Pueyo Y Dolores / Orihuel

Arenas aupó a Rajoy, pero Rajoy...

EL marketing es la disciplina encargada dentro de la gestión empresarial de orientar a las empresas hacia el mercado para optimizar su función comercial. Una de las áreas principales de la misma es la investigación de mercados y opinión, un conjunto de técnicas que intentan conocer el sentir de los consumidores y sus necesidades con el fin de tomar decisiones fundamentadas en información lo más objetiva posible. No es una ciencia exacta ya que, si así fuera, ninguna empresa fallaría en sus estrategias, y sólo puede ser considerada como una parte importante del marketing que ayuda a disminuir el riesgo que implica esa toma de decisiones ¿Cuál es su singularidad? Que se basa en la opinión que emiten los consumidores y que estos pueden cambiar la misma desde que se les pregunta hasta que finalmente se ejecuta el acto de compra. ¿Qué tiene que ver esto con las elecciones autonómicas del pasado domingo? Mucho.

El desconcierto que han creado las encuestas electorales ha sido alto y quizás porque se han considerado, erróneamente, como una ciencia exacta, confiados en los aciertos a que nos tienen acostumbrados en anteriores citas electorales. Los consumidores cambian de opinión a veces influidos por una campaña publicitaria, otras porque finalmente les ha convencido más la propuesta de un producto competidor que no conocían bien o, sencillamente, porque cuando han ido al supermercado pensando en comprar una marca de aceite predeterminada, una promoción de precio de otra les ha hecho cambiar de opinión. Salvando las distancias conceptuales, se puede decir que algo parecido ha pasado el 25-M. El PP ha sido el ganador, pero ha perdido 414.884 votos en relación a las elecciones del 20-N, un 20,9%, y ello le ha impedido lograr los ansiados 55 escaños que casi todas las encuestas le otorgaban (Commentia pronosticaba entre 54 y 57). El PSOE se ha dejado en el camino otros 67.379 votos -4,2% menos- e IU, el gran triunfador, ha ganado 77.924 votos con un incremento muy significativo del 21,7%, aunque sin llegar a sus éxitos de un pasado no tan lejano. Pero, ¿por qué se ha producido ese cambio en relación a los pronósticos de los institutos de opinión? ¿Tan malos profesionales son todos? Sería demasiada casualidad que se hubiesen equivocado unánimemente en el mismo sentido ¿no? Pero entonces, ¿por qué los ciudadanos han respondido a las encuestas en un sentido y a los pocos días la realidad ha sido otra muy diferente? Eso nadie lo puede saber de forma exacta, pero sí podemos abrir ciertas vías de reflexión. Es claro que tiene que haber habido un voto oculto socialista, así como un exceso de confianza de los votantes populares que llevó a algunos a no acudir a las urnas, y hasta un cambio, a última hora, en el sentido del voto, consecuencia de los últimos días de campaña o de los resultados augurados por las propias encuestas publicadas. No vamos a profundizar en ello, pero sí queremos aportar algunas pinceladas adicionales.

El PSOE es un partido con un suelo electoral muy sólido, de en torno a 1.500.000 votos, es decir, aproximadamente el 25% del censo electoral andaluz, a lo que podemos añadir al menos 10 puntos más por simpatía ideológica del centro-izquierda; una parte significativa de estos últimos apoyaron puntualmente al PP el 20-N, probablemente como castigo al gobierno de Rodríguez Zapatero, pero ahora, quizá en desacuerdo por las medidas adoptadas por el nuevo Gobierno, se han abstenido, no han vuelto a apoyar al PP pero tampoco lo han hecho al PSOE. En las generales, los recortes se veían lejos, pero en las autonómicas se ven cerca y puede afectar al puesto de trabajo de muchos, convirtiéndose en otro motivo desmovilizante para repetir el préstamo de votos al PP. Es el que se ejerce pensando en la cartera de cada uno y aquí se podría abrir otro debate.

La abstención ha sido del 37,7%, es decir 8,4 puntos más que en el 20-N, pero ha subido hasta el 45,7% en Cádiz y al 42% en Málaga, dos de las tres provincias más pobladas de Andalucía y donde el PP obtuvo mejores resultados en noviembre, y en Sevilla, una de las dos provincias más favorable al PSOE, se ha situado ligeramente por debajo de la media andaluza -en el 35%-. Además, la norma general ha sido un más bajo nivel de abstención en los municipios más pequeños, que va incrementándose a medida que lo hace el tamaño del municipio; así, por seguir con Sevilla, en los pueblos más pequeños de la provincia la abstención ha bajado hasta el 26%, alcanzando una extraordinaria movilización electoral, y donde las opciones de izquierda han sido las claras ganadoras. Un análisis sociogeográfico pormenorizado de toda la región permitiría obtener conclusiones políticas, pero no es éste el espacio para ello.

Otra curiosidad. El Partido Popular colocó la corrupción, concretada en el caso de los ERE, como uno de los puntos de su campaña andaluza pero, ¿es realmente la corrupción uno de los temas que más preocupa a los andaluces pudiendo contribuir a un cambio en la intención del voto? Según todas las encuestas sí, y en el Barómetro Joly realizado por Commentia es apuntado por los ciudadanos como el segundo problema de nuestra región, pero, como anécdota, en el epicentro de los escándalos de los ERE, en Cazalla de la Sierra (Sevilla), el PSOE ha ganado holgadísimamente, con el 53,24% de los votos frente al 27,09% del PP.

La corrupción, el paro, el retraso económico de Andalucía o la necesidad de alternancia tras treinta años de gobierno socialista eran los argumentos que utilizaban quienes iban a votar al PP. Frente a ellos, los votantes de izquierda ponían el acento en los recortes sociales que este partido traería o el posible incremento del paro como consecuencia de la reforma laboral. La segunda opción ha ganado a la primera el 25-M. El foco mediático puesto en la huelga general del 29-M ha resultado clave para el indudable triunfo de las posiciones más de izquierda galvanizadas en torno a IU. Esta estrategia ha dañado gravemente a los populares con la importante pérdida de sufragios comentada y ha resultado determinante el miedo, incertidumbre o desconfianza ante un futuro precario.

Y, por otro lado… ¿qué influye más en la afición, que los medios divulguen que el partido está ganado o que hay que jugarlo? ¿Puede que algunos votantes ocasionales del PP se hayan abstenido, por considerar las autonómicas unas elecciones de menor importancia y que además estaban ganadas? No se sabe, pero se podría analizar -aunque ya no tenga importancia- como experiencia para el futuro. Y así sucesivamente podríamos seguir estudiando los resultados y obteniendo hipótesis sobre a donde han ido los 400.000 votos perdidos por el PP. Pero nunca serían conclusiones matemáticamente exactas, porque las personas pueden cambiar de opinión y evidentemente no manifestar su intención de voto de forma francamente sincera en una encuesta. Por eso la investigación de opinión y mercado ni es ni será una ciencia exacta.

Lo que sí resulta probable es que, si las elecciones autonómicas se hubieran celebrado conjuntamente el 20-N, Javier Arenas sería hoy el presidente de la Junta y no estaría cuestionado por parte de sus bases, sino vanagloriado por los mismos que hoy le critican. Así son las cosas. Arenas aupó a Rajoy a la Moncloa, pero las medidas de Rajoy han cortado el camino de Arenas a San Telmo.

Arenas, con Rajoy en el

cierre de campaña en

Sevilla el pasado

23 de marzo.

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