TODOS dan (damos) por hecho que, después del congreso del PSOE andaluz de este fin de semana, José Antonio Griñán remodelará su Gobierno. Hay quien teme -otros, sin embargo, la jalean- que la crisis será una "escabechina". Ayer se cumplieron los dos años de las elecciones autonómica del 9 de marzo, y el líder del PP, Javier Arenas, aprovechó la fecha para subrayar cierta interinidad: en dos años, dos presidentes (Chaves y Griñán) y "tres gobiernos". Y es que Arenas también presupone que habrá cambios. Es cierto que a muchos consejeros y consejeras del Ejecutivo de Griñán se les está poniendo cara de interinos. Vamos, que es el tema de los desayunos de los funcionarios. En la entrevista que Rodríguez Zapatero concedió el lunes por la noche a TVE (un buen ejemplo de periodismo desde el sector público), el presidente desmintió lo que también se había instalado como una realidad anticipada: que él cambiará de ministros después de la Presidencia Española de la UE. A sus ministros se les acabó el canguelo. Es más: elogió su trabajo en unos tiempos que reconoció como muy difíciles. El supuesto efecto beneficioso de los cambios se agota con su uso, y Zapatero parece haberse dado cuenta. Por el momento, lo que Pepe Griñán ha declarado es que habrá una fusión de consejerías y una reforma de la administración cuando se hayan desarrollado las competencias de las nuevas leyes de autonomía local. Échale tiempo. La cuestión, sin embargo, es si Griñán cambiará en poco el Gobierno que él mismo nombró hace un año de un modo radical o si sólo afectará a aquellas consejerías cuyos titulares se presenten a las municipales de 2011 u ocupen puestos en el partido. Juan Espadas, consejero de Vivienda, es uno de los posibles candidatos a al Alcaldía de Sevilla. A pesar de la inquietud ante los posibles ceses, los consejeros de Griñán siguen trabajando (Chaves tuvo algunos Ejecutivos más flojitos), pero las caritas de interinos no hay quien se las quite. Griñán debería hacer como ZP: o confirmarlos o cambiarlos cuanto antes. O un lifting.