Fragmentos

Juan Ruesga Navarro

¡Es nuestro!

HE pasado unos días en Cantabria y, como siempre que la visitamos, esa estupenda tierra de donde proceden algunos de mis ascendientes nos ha tratado de maravilla. Paisaje, gentes, gastronomía y costumbres locales son una estupenda mezcla para un descanso.

Y con buen clima. Claro está que si llueve un poco, a mi me parece agradable. La entrañable y acogedora Santander está en plena forma, con la Universidad Internacional Menéndez Pelayo en plena ebullición, el Palacio de Festivales a tope, y una nueva programación musical en la Plaza Porticada. Y en los Jardines de Pereda, ya asoman por el cajón de obra las estructuras del nuevo Centro Botín de las Artes y la Cultura, que se está edificando junto al embarcadero histórico. Un edificio que, con proyecto del arquitecto Renzo Piano y 77 millones de euros de presupuesto, espera ser inaugurado en el verano de 2014.

Es un fuerte impulso a la actividad cultural de la capital norteña, tanto a nivel nacional como internacional, ya que espera recibir en su primera temporada a 150.000 visitantes, con un presupuesto anual de doce millones y medio de euros para actividades y mantenimiento. Da envidia.

Una de las tardes fuimos a la villa marinera de Castro Urdiales. Paseando por el remozado paseo marítimo, en la confluencia con el antigua Alameda, tuve ocasión de ver el nuevo monumento al director de orquesta Ataúlfo Argenta. Una magnífica escultura en bronce, algo mayor que el tamaño natural, refleja la noble figura del músico. Toda la ciudad está engalanada con banderolas que anuncian el centenario del nacimiento de tan ilustre hijo. Y en los carteles, como motivo gráfico central, la partida de nacimiento de Argenta. Es como sí desde todas las farolas y rincones de Castro Urdiales nos gritarán: ¡Sí, es nuestro! ¡Y estamos orgullosos de él, de su obra y su recuerdo!

Y delante de la figura en bronce y al lado de los paseantes que se paraban a admirarla, me puse a pensar en cómo me gustaría un monumento en Sevilla a nuestro gran compositor Joaquín Turina.

No se me ocurre mejor candidato a una muestra semejante de recuerdo y admiración de los sevillanos. El artista por su parte, nos dejó innumerables muestras de su afecto por nuestra ciudad en múltiples composiciones musicales.

Circunstancias de la vida determinaron que su fondo documental y archivo esté depositado en Madrid, en la Fundación Juan March, bajo el título de Legado Turina. En Sevilla, una sencilla calle en el popular barrio de El Cerro del Águila y algún otro recuerdo. Pero, ¿dónde colocar el monumento a Turina?

No quiero improvisar demasiado, pero se me ocurre que en la Plaza de la Encarnación, cerca del inicio de la calle Compañía y de la Iglesia de la Anunciación, podría ser un sitio adecuado.

Al fin y al cabo es el barrio donde nació, en la calle Buiza y Mensaque, y que le vio pasar camino de su colegio en la calle Bustos Tavera. Pero puede valer cualquier otro enclave, siempre que su monumento sea un grito a todos los viandantes, que nos recuerde que Joaquín Turina es uno de los hijos más ilustres de Sevilla. Que es nuestro.

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